Alberto Lucas era propietario de una finca en el paseo de la Veredilla número 15, a 400 metros de la finca en donde presuntamente se prepararon los explosivos en Chinchón.
"Yo sólo traté con estas personas cuando fui a cobrarle el dinero del camino que arreglamos (...), me pagó la mitad de la cantidad", asegura Lucas, quien vendió un generador a los habitantes de la finca "para sacar agua".
Tras los atentados del 11-M, Lucas se cruzó con los habitantes de la finca que le preguntaron por una cabra que habían perdido: "Les dije que a lo mejor se había ido al monte, y me contestaron que a lo mejor me la había comido yo, que estaba muy gordo", recuerda.
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