En menos de una semana, la bolsa de alojamiento del Cipaj (www.cipaj.org) ha recibido alrededor de una treintena de anuncios. La mayoría priman la cercanía al Campus de la plaza San Francisco a la hora de buscar piso. De hecho, en las habitaciones ofertadas es lo que más destacan, junto a la posibilidad de usar Internet, una cocina equipada y calefacción.
Algunos buscan el piso en grupo, pero la mayoría solicitan una habitación, preferiblemente amueblada y están dispuestos a pagar desde el mes de julio, para asegurarse alojamiento cuando llegue septiembre.
Los pisos que se van quedando vacíos ofrecen plazas en esta bolsa y solicitan, sobre todo, compañeros extranjeros que estén de erasmus, para practicar otro idioma, aunque hay algún caso aislado en el que ocurre lo contrario: aceptan a cualquiera, excepto erasmus.
La mayoría de las ofertas son para chicas ya que las féminas prefieren compartir casa con sus congéneres e incluso piden «chicas responsables». A los chicos les importa menos el sexo de sus compañeros, aunque también hay quien ofrece «dos habitaciones para chicas erasmus».
También hay quienes plantean otras exigencias: compañeros no fumadores o que les permitan tener a su perro en casa.
En verano llegan los problemas
El fin de curso saca al mercado de alquiler cientos de pisos que se quedan vacíos y que se llenan en menos de 15 días, porque conforme avanza el verano los pisos en condiciones se van agotando y suelen quedar sólo casas sin calefacción o mal equipadas. En septiembre vuelven a quedar libres los de aquellos que han tenido que hacer exámenes de recuperación.
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