¿Algo imprevisto en los resultados del estudio?
Hay tópicos derribados. Por ejemplo, que el 83% de las prostitutas puede cambiar de lugar de trabajo. Casi todos creen que siempre están sometidas a mafias. Además, la mayoría lleva en la prostitución de uno a tres años.
La realidad ha cambiado...
Radicalmente. El 85% es de origen extranjero. Y ya apenas están en Cortes. Ahora trabajan en clubes y macroclubes, donde va el cliente.
¿Y el proxeneta?
Casi ha desaparecido. Ahora hay nuevas formas de opresión de las que no puedo hablarle.
Dice que el 85% es inmigrante. Será traumático...
Pues lo mismo que si le ocurriera usted, ¿no? Tierra y gente extraña, obligadas a prostituirse...
¿Ninguna es libre?
Buf... Esa es la clave: ¿la prostitución es trabajo o esclavitud? Lo que es innegable es que siempre se apoya en la injusticia social. El 16% ha sido agredida; el 41%, insultada; el 20% trabaja 24 horas al día... Pero la mitad nunca denuncia por miedo. El 80% pide protección contra clientes violentos. Eso sí, a él nada le ocurre; nadie le conoce.
¿Ser cliente es ilícito?
Es un rollo moral al que no voy a entrar. Hay hipócritas que se apenan por estas mujeres, pero «lejos». Eso sí, hay que trabajar con el cliente.
¿Y el sida, las drogas...?
El sida en este colectivo es igual que en el resto de la sociedad. Están concienciadas, pero ciertos clientes rechazan el condón.
Y el Gobierno no regula...
Hay que intervenir. No podemos verlo y seguir igual.
¿Qué necesitan ellas?
Cositas más concretas. Papeles, casa, dinero para la familia... Los debates teóricos les pillan en otra esfera.
Bio
Es psicóloga, tiene 37 años y entró en Askabide como voluntaria a los 24. Hoy es su presidenta. Nació en Portugalete.
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