Ignacio Martínez de Pisón: "Me enfada que digan que la sociedad está entontecida"

  • "Creo que lo clásico es un seguro al que la gente vuelve en tiempos de crisis" dice el autor en relación al éxito de su última novela, 'La buena reputación'.
  • La familia, " el terreno de la tragedia", es el tema central.
  • "La buena literatura surge de las heridas" afirma el escritor.
Ignacio Martínez de Pisón
Ignacio Martínez de Pisón
ELENA BLANCO
Ignacio Martínez de Pisón

La familia, columna vertebral de la obra de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), es también el pilar de su última y más ambiciosa novela: La buena reputación (Seix Barral). Más de 600 páginas que no salen de las listas de los libros más vendidos (va ya por la cuarta edición), un éxito que este veterano de nuestras letras asocia a esa manera suya tan clásica, decomonónica, de construir y escribir novela.

La familia, ¿la inagotable fuente de inspiración?

Lo que me sorprende es cómo otros escritores no escriben también de la familia. Todos nos enfrentamos a este tema alguna vez en la vida. Pero yo no lo hago como un ajuste de cuentas... Es además el terreno de la tragedia.

Dice que no es ajuste de cuentas, pero igual algo arregla o revisa mientras escribe...

La biografía siempre se acaba cruzando. Es inevitable, pero es que buena parte de la literatura surge de las heridas.

¿No es toda la buena literatura la que surge de las heridas?

Sí, es cierto, yo creo que toda la buena literatura surge de las heridas, y en la familia es donde se producen muchas de ellas.

¿Y donde nunca se curan?

Sí, los afectos de familia tienen algo que nos une para bien y para mal.  En una de mis novelas el personaje pierde a su madre, la única familia que tiene, y en ese momento desaparece la única guía espiritual que tenía, lo poco moral que tenía el personaje se acaba.

Pero no sólo es para bien esa guía...

La familia es al tiempo un refugio y una cárcel. Es el lugar del que quieres escapar pero al que siempre quieres volver. Nos transmite actitudes, gestos que luego reproducimos y transmitimos a nuestros hijos. Es una cadena de la que somos transmisores.

¿Y una manera también de mirar la sociedad?

Sí, porque en todas las culturas la familia está ahí, da igual qué cultura sea, en todas la familia es importante e inspiradora.

El hecho de que la familia vuelva a cobrar importancia por la crisis ¿habrá influido en que esté teniendo tanto éxito su obra?

Creo que es por su estructura clásica. En tiempos de crisis se vuelve a lo seguro y esta forma de novela lo es.

A su vez ¿una prueba de que los lectores no son esa masa de gente que no sabe?

Por supuesto que los lectores no son tontos. Me enfada mucho que digan que la sociedad está entontecida. Lo que pasa es que a veces a la gente le falta información.

Leyéndolo tiene uno la sensación de que una historia de amor que dure siempre es imposible...

Una historia de pasión lo es, no puede durar; pero una de amor, sí. Aunque es verdad que esas historias de amor acaban siendo más fraternales...

¿Por eso le gustan tanto los amores imposibles por la imposibilidad de que la rutina los domestique?

Bueno, todos tenemos esas heridas agridulces que dejan los amores imposibles, pero es que la vida está hecha de bifurcaciones, historias que quedan sin continuidad, a las que hemos renunciado.

Al menos puede vivirlas literariamente...

Sí, y se vive como una especie de ensoñación.

Antes hablaba de las heridas que dan lugar a la literatura, ¿cree que es posible que la felicidad genere buenas historias?

Hay de todo. Decía Pavese y lo comparto: la vida es hermosa porque hay de todo.

¿De verdad cree que la vida es hermosa?

Sí, es muy hermosa. Lo que me jode es pensar que habrá un día en que tendré que despedirme de la vida. Cuanto más viejo eres más motivos tienes para celebrar la vida.

Tal vez porque usted ha conquistado metas que otros no...

Conozco a muchos escritores con mucho más éxito que yo que no están nada contentos. Pero sí, soy un privilegiado por poder vivir de contar historias.  Es una de las fuentes de placer más antiguas del ser humano: contar y escuchar historias.

¿Le sorprende cuando se dice que a la gente, así en general, no le gusta leer?

A todos les gustan las historias, pero algunos prefieren la tele o el cine, porque es un consumo más perezoso. Leer novelas requieren un mínimo esfuerzo.

Y, usted, que es tan realista, ¿escribiría una novela sobre lo que está pasando en la actualidad?

Cada época tiene su generación, la de los cincuentones fueron los ochenta. A los de treinta años es a los que les tocará contar lo que está pasando, porque son ellos quienes más lo están sufriendo.

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