Un barrio que lucha cada día por dejar atrás su pasado

La sagrada familia. Un laberíntico conjunto urbano que está superando poco a poco la mala fama que arrastraba
La plaza de la iglesia de San Rosendo, es el epicentro del barrio de la Sagrada Familia. (Moncho Fuentes)
La plaza de la iglesia de San Rosendo, es el epicentro del barrio de la Sagrada Familia. (Moncho Fuentes)
La plaza de la iglesia de San Rosendo, es el epicentro del barrio de la Sagrada Familia. (Moncho Fuentes)

La Sagrada Familia se encierra en sí misma. Es el mayor hándicap del barrio. Enclavado entre las rondas de Outeiro y de Nelle y las avenidas de Finisterre y de Arteijo, sus calles conforman un laberinto humilde que lucha por dejar de lado su fama de inseguridad. «La mala fama sigue, pero ya no hay tanto motivo», afirma Benito López, presidente de la asociación de vecinos.

«Ya no es lo que era». Esta frase está en boca de casi todos los residentes en este abigarrado conjunto urbano. Un paseo por la zona ofrece contrastes, muchos, y habla de un esfuerzo por salir adelante que está dando sus primeros resultados.

La visión de inmuebles deteriorados, con humedades y grietas a simple vista, poco a poco da paso a la lucidez fruto del Plan de Rehabilitación Integral. Un ambicioso proyecto que los vecinos no quieren que quede a medias. «Que lo extiendan a las calles, al mobiliario urbano, a mejorar la seguridad vial», señala Benito López.

Crisol de culturas

Se mejora en lo que se puede. Por estar donde está no hay zonas de esparcimiento. «Es que esto es así, tenemos la plaza de la iglesia y la pista polideportiva», comentan desde la asociación de vecinos. Una pista que es un lujo para que los más pequeños puedan jugar sin riesgos. Una plaza que los fines de semana se llena de vida y refleja la postal de lo que es ahora el barrio: un crisol de culturas y nacionalidades.

Allí, junto a la parroquia de San Rosendo, coinciden los coruñeses de toda la vida, los inmigrantes sudamericanos y los africanos. Cada uno a lo suyo y todos a lo mismo: hacer del barrio un lugar que prospere.

«La situación económica es muy dispar, viene gente y mejora poco a poco», apunta Benito López, quien enumera los elementos dinamizadores de la Sagrada Familia: «Aquí todo está muy escondido, pero tenemos la biblioteca municipal más usada de la ciudad, un centro de día y un centro social».

Eso sí, por la Sagrada Familia hay que ir andando, los autobuses urbanos no pasan. Ocho líneas circulan por sus alrededores, pero ninguna por sus calles, de las que hay que salir en taxi.

Más policías y mejor comercio

La Sagrada Familia es uno de los barrios que han pedido expresamente que se vuelva a implantar la Policía de Barrio. «Tener un agente en la zona constantemente te aporta un clima de seguridad». Y esto en la Sagrada Familia no es algo anecdótico, superados los años en los que el lugar era sinónimo poco más que de marginalidad, sobre todo en la década de los ochenta. Ahora es el ejemplo de un barrio que ha sabido salir del pozo, poco a poco, y que hace plantearse a los vecinos la necesidad de impulsar sectores como el pequeño comercio, que no goza de la salud que tiene en barrios no tan lejanos. «Hace falta un plan para revitalizarlo», reconoce Benito López.

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