Desde la caída del muro, la capital de Alemania, Berlín, se ha convertido en un destino turístico. Alexander Behling es un estudiante alemán que hace sus prácticas en Madrid. Recomienda que la gente que visita su ciudad no deje de pasear por su barrio, el Friedrichshain, un lugar que no muchos turistas conocen, pero donde hay bares, cafés y edificios de arquitectura art noveau, y de un estilo alternativo, que vale la pena ver. «Tenemos una parte del muro que da al lado del río Spree, donde hay muchos bares y se está muy bien», cuenta Alexander. «El que más me gusta es el Feuermelder, donde hay buena música y buen baile». Para llenar el estómago antes de mover el esqueleto, un sitio bueno y barato es el restaurante-bar Hundertmeister (calle Simon-Dach-Str), donde se come por un precio entre 5 y 7 euros. Al caminar por las calles de Berlín, para no quedar mal, Alexander recomienda «portarse bien». «En mi país te miran mal si no esperas hasta que el semáforo se ponga en verde para cruzar», explica. Entre las ciudades poco turísticas de Alemania, recomienda visitar la Autostadt Wolfbure, «una ciudad donde sólo hay fábricas de automóviles». Una visita recomendada para locos del volante.
Pero tampoco dejes de ver...
El reichstag. El Parlamento alemán es el símbolo de la ciudad moderna de Berlín.
El muro. Todavía quedan los restos de lo que fue el símbolo de la historia alemana y de la historia mundial. Cada viajero del mundo ha dejado algo escrito sobre esa pared.
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