El Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN) ha iniciado la campaña de control de polinización para el año 2014, con la elaboración de informes diarios y mensuales de la concentración de polen en la Comarca de Pamplona, así como de las previsiones de alertas por polen semanales entre el 1 de marzo y la primera semana de julio, que se pueden consultar en la web del ISPLN.

De esta manera, los alérgicos al polen pueden adoptar las medidas de prevención necesarias para evitar la exposición al alérgeno, o iniciar el tratamiento farmacológico correspondiente, ha informado el Gobierno foral en una nota.

El programa de control polínico consiste en la captación de polen de diferentes plantas presente en la atmósfera y su identificación y recuento en laboratorio. Estos controles determinan el número total de granos de polen por metro cúbico presentes en el aire y la identificación y cuantificación de los responsables de las alergias más comunes.

UN 10%

De la población padece alergia al polen

Según estudios realizados, la alergía al polen afecta alrededor del 10% de la población en algún momento de su vida. De ellos, el 8% es alérgico al polen de las gramíneas, el más alergénico y de mayor distribución en España. Las consecuencias de la alergía al polen o polinosis son la rinoconjuntivitis (21,5% de la población general), que afecta a las vías respiratorias altas y produce obstrucción nasal, respiración bucal, rinorrea (mucosidad abundante) líquida y transparente, picor de nariz, estornudos, enrojecimiento de los ojos, hinchazón de los párpados, lagrimeo y picor; y el asma (4-8% de la población), que afecta a las vías respiratorias bajas con síntomas como la falta de aire, tos y ruidos silbantes en el pecho.

El proceso alérgico se desencadena cuando el sistema inmunológico de una persona identifica como dañinas ciertas sustancias llamadas alérgenos, inofensivas para la mayoría; al entrar en contacto con el alérgeno, se inician una serie de procesos en los que un anticuerpo llamado Inmunoglobulina E (IgE) defiende el organismo tratando de eliminar los alérgenos de los tejidos y de la sangre.

Para el tratamiento de la alergía, además de las medidas de prevención ambiental, se utilizan fármacos que reducen los síntomas: antihistamínicos, que controlan el picor y los estornudos; antiinflamatorios o corticosteroides tópicos inhalados, que reducen la obstrucción e inflamación nasal; colirios, que alivian el prurito y el enrojecimiento ocular; y boncodilatadores para la tos y los ruidos torácicos.

Además, existe la inmunoterapia o terapia con vacunas, que consiste en la administración de forma progresiva del alérgeno que produce los síntomas hasta inducir una tolerancia en el organismo. Su efectividad en muchos de los casos de alergia respiratoria está demostrada y en el momento actual es indiscutible.