El directo de su nuevo disco fue con motivo de su 33 cumpleaños. ¿Se trata de un recorrido por su historia?

Es el estado de Carlos Núñez al día de hoy. Y, más que un en directo, fue una fiesta.

¿Cuál es su papel en el mundo de la música? ¿Renovador, conservador de la tradición celta...?

En cada lugar me ven de una manera. En este concierto, como el maestro de ceremonias, en Alemania me ven como el Flautista de Hammelin «in spanish version»...

¿Y usted cómo se ve?

Me veo muy feliz y como una persona que a través de la música ha puesto en contacto a muchas almas y gentes, haciendo que las lenguas no sean trabas. También como alguien que devuelve todo lo que ha recibido de la gente.

¿No cree que la música celta está mejor considerada fuera de España?

No. En cada sitio es diferente. Con la banda sonora de Mar adentro parece que a todo el mundo le gusta lo celta.

Pero luego llegará el pop y arrasará con todo...

Son caminos diferentes. Los de pop y rock, salvo casos excepcionales, son grupos con vidas muy cortas. El folk es más de onda larga. He metido temas en radiofórmulas, he hecho la banda sonora de una película y he tocado en Japón; aquí no hay barreras.

¿Ese concierto con 30.000 personas fue cómo sacar la lengua a los macroconciertos de rock?

Es un concepto nuevo, similar al de The Rolling Stones, pero con música tradicional y sin utilizar las armas del rock and roll.

¿La experimentación es algo esencial en su música?

Es importante estar en constante búsqueda porque eso genera una energía que la gente percibe. La gente percibe el riesgo, como fue en su momento tocar con grupos irlandeses o con Luz Casal.

Cuestión de imaginación...

Tengo que comerme mucho la cabeza para hacer cosas especiales.