La doble muerte de John Jairo

  • John Jairo Ramírez Bedoya. 37 años. Colombiano. Trabajaba en una empresa de limpieza y viajaba con un amigo boliviano que resultó gravemente herido. Murió en el tren que explotó en El Pozo las 7:41 del 11-M.
  •  “Quería regresar a Colombia, pero no metido en una caja”, María Teresa, su viuda.
John Jairo Ramírez Bedoya.
John Jairo Ramírez Bedoya.
20minutos.es
John Jairo Ramírez Bedoya.

La noche antes, cuando ella llegó a casa tarde, bromearon con la picardía de los colombianos serranos, gente crecida en valles donde se cultiva el mágico café:

–Usted estaba preocupada porque creía que yo estaba con otra mujer –dijo John Jairo Ramírez Bedoya (37 años).

–Si lo veo con otra, lo mato –dijo María Teresa Pérez Acosta (31).

–Yo lo que quiero es dejarla sola, mi Gorda.

Yo lo que quiero es morirme –siguió él.

–El día que tengamos un hijo, seguro que no me dice lo mismo.

Ninguno de ambos presentía que, al día siguiente, la conversación en tono de chanza sería un recuerdo con regusto macabro. Tampoco sabían que ella estaba embarazada desde el 6 de marzo, fecha en la cual, según han dicho los médicos, María Teresa fue fecundada por John Jairo. La mujer se enteró de que estaba encinta en Pereira, el pueblo colombiano en el que habían nacido los dos y al que ella fue acompañando al ataúd de John Jairo, muerto el 11-M en la estación del Pozo. Las familias recibieron la noticia como una casi milagrosa compensación al dolor.

Deseaban que fuera un niño y llegara con lo mejor del padre, un hombre incapaz de decir no, caballeroso y noble hasta el punto, como dice su mujer, de “repartir la única barra de pan que tenía”. María Teresa volvió a la casa de Torrejón de Ardoz, siguió trabajando siete días a la semana –limpiando de lunes a viernes y despachando pizzas los fines de semana–, saliendo a las seis de la mañana y regresando a las diez de la noche, intentando recomponer un orden que quizá nunca regrese.

Sueña a menudo con John Jairo, con el que vivió los dos mejores años de su vida. En uno de esos encuentros le vio vestido de blanco. “Está usted muy lindo, parece un palomo”, le dijo. En otro, se encontraron en la cama donde dormían y ella le dio la noticia del embarazo.

Querían tener un niño este año, ahorrar hasta lo imposible y regresar a Colombia para montar un negocio modesto y vivir en su tierra. A pesar de proceder del mismo lugar, se habían conocido, hace cinco años, en Turégano (Segovia), donde trabajaban en granjas de cría porcina. Fueron amigos durante un tiempo y se enamoraron perdidamente. Vinieron a Torrejón porque él encontró empleo en una empresa de limpieza, la misma que ahora ha dado trabajo a la mujer.

–Estaba siempre pendiente de mí, me llenaba de detalles de amor y ternura. Me gustaba lo hombre que era conmigo, nunca me dejó sola. Hace trece días, tras dos meses y medio de gestación y mucha ropita de bebé comprada, María Teresa sufrió un aborto.

–No aguanté la angustia, el dolor, la tensión de no tener una respuesta para la pregunta que no dejo de hacerme y que nunca va a tener una respuesta: ¿por qué?. El bebé tampoco aguantó. Era mi alivio, mi ilusión y perderlo fue como revivir la muerte de John Jairo, como si él hubiese muerto dos veces.

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