Este pueblo marinero de casas multicolores se encuentra al sur de Noruega y constituye la puerta de entrada a los fiordos occidentales. Pasear por Bergen es descubrir en cada calle las huellas del mar. Y, para empezar, nada mejor que una visita al mercado de pescado, que se asienta en el puerto, en donde se pueden degustar algunas delicias bálticas, como el salmón o el caviar.

Calles de madera

Si se quiere retroceder en el tiempo, lo más apropiado es penetrar en el barrio antiguo, Briggen. Caminar por sus estrechas calles de madera ayuda al viajero a situarse en los siglos xii y xiii, cuando Bergen era la capital del país.

Las excursiones por las afueras son la excusa perfecta para disfrutar de un territorio apenas explotado de naturaleza exuberante. Los trayectos en tren son una buena alternativa para ello. El ferrocarril de Flam, población colindante, ofrece un recorrido tamizado de vegetación y sorprendentes cascadas, entre las poblaciones de Myrdal y Flam.

Este tramo, de apenas 6 km, se puede realizar a pie atravesando un frondoso valle salpicado de casas multicolores. En Flam se puede coger un ferry para explorar el fiordo de Sognefjord, el más largo y profundo del país, una experiencia inolvidable.

A bordo de un tren

A Bergen se puede llegar de muchas maneras. Pero la más romántica de todas es utilizar el ferrocarril que conecta la ciudad con Oslo, la capital noruega.

Para muchos, este trayecto de tren es uno de los más bellos de Europa. El recorrido, de 7 horas, pasa por amplios bosques, poblados alpinos cubiertos de nieve y el precioso altiplano de Hardangervidda, en el que casas de madera se combinan con lagos cristalinos y verdes praderas. Una vez en Bergen, para recorrer el resto del país, es aconsejable informarse sobre los horarios y las tarifas de los trenes, y así seguir la aventura entre raíles y disfrutando del paisaje.