Un técnico se presentó en su casa para ver qué había que corregir. Iñaki le comentó que en su habitación no cabía la grúa que necesita para subir a su cama. También le dijo que él no cabía en el baño y que no llegaba a abrir las ventanas.
«El técnico se hizo el enfadado por los fallos. Se marchó, y tras semanas esperando una respuesta, me dice que esto ha trascendido a instancias superiores, y que espere aún más. Será que deben preguntarle a Jesucristo», protesta Iñaki.
Él sigue viviendo de alquiler con su mujer. La semana que viene formalizará la denuncia. «Es el cuento de nunca acabar. Ni una pizca de sensibilidad».
«Voy ante el juez porque no han mostrado ni una pizca de sensibilidad»
Iñaki Mentxaka. Discapacitado.
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