Un caballo en libertad en un picadero. A su lado un hombre que tiene bajo su cargo a un buen número de empleados y que tiene que convencer a ese animal de más de 500 kilos para que asuma su liderazgo y elija seguir sus pasos.  Puede que lo haga inmediatamente, puede que no llegue a conseguirlo por mucho que se esfuerce.

Un grupo de trabajadores junto a otro animal diferente. Deberán apañárselas para formar una manada en la que otro caballo quiera integrarse y conducirle al otro extremo de la pista. Habrá uno de ellos que emerja de forma natural como líder del grupo. La cosa puede complicarse, si una vez localizado a ese líder natural se le encomienda que repita el ejercicio desperdigando al resto y cegándoles.

Un directivo agarra el ronzal de un caballo que no quiere pisar una superficie extraña. Un caballo no es nada si pierde el uso de sus patas. Solo cruzará si confía ciegamente en la persona que le guía.

Son solo tres de las muchas dinámicas que se pueden trabajar para conocerse mejor a uno mismo, para mejorar en muchos aspectos, a nivel personal y en relación con la empresa, colegas y empleados. A los caballos no les intimidan los cargos directivos, los trajes caros o la posibilidad de sufrir un despido. No entienden las órdenes verbales. Ser asertivo, aprovechar la oportunidad, ponerse en el lugar del otro, mejorar la comunicación no verbal y tener claro el rumbo son algunos de los factores que decidirán el éxito o el fracaso de estos ejercicios. Aunque en realidad nunca se fracasa, porque siempre se aprende.

Unos no tendrán prisa por lograr sus objetivos, otros buscarán resultados inmediatos. Los habrá que se paren a pensar y los habrá que actúen inmediatamente. Algunos se pararán a premiar con mimos al caballo durante el proceso, otros al final, algunos nunca. Los hay que lo conducirán con la cuerda floja, los hay que tirarán en la dirección que desean constantemente. Algunos serán pacientes con los animales dóciles y se rendirán con los más indómitos, otras personas en cambio preferirán el reto de los más difíciles. Los caballos son un espejo en el que mirarnos. Nuestro comportamiento y la reacción que provoquen es perfectamente extrapolable a otras facetas de la vida.

Los caballos, cada uno con su personalidad única como cualquier ser vivo, son animales que se mueven en manada, "seguidores naturales de un líder que demuestre ser digno de su confianza", explica David Russ, susurrador de caballos y alma de Russ Natural Horse Way, una empresa que es al mismo tiempo una aventura y una apuesta vital en la que se emplean caballos para la formación y el conocimiento personal.

Russ está convencido de que la forma de ser de estos animales les hace unos instrumentos magníficos para el desarrollo de distintas habilidades de gran utilidad en el día a día de una empresa: liderazgo, cohesión del grupo, gestión de crisis, capacidad de negociación...

Este experto en doma natural, una aproximación basada en convencer a los animales, en lograr que los caballos hagan lo que se les pide por su propia voluntad, en entenderlos y 'hablar' su idioma en lugar de vencerlos, de forzarlos a base de bocados, frenos o espuelas, aplica esa misma filosofía en el trato con colegas y empleados basada en el respeto y en ponerse en el lugar del otro. Por eso su programa de formación se llama "El líder que susurra".

David Russ solo tiene una yegua en propiedad, un animal al que iban a sacrificar y que no se deja montar, pero que es extraordinariamente sensitivo. Con esta yegua hace diagnósticos personalizados de habilidades y talentos. Los otros animales con los que trabaja los facilitan los picaderos que colaboran con él y con frecuencia Russ no los conoce hasta que los ve en la pista en plena dinámica.

Pero en esta empresa los caballos no solo sirven para mejorar las habilidades directivas o para cohesionar a un equipo de trabajadores que debe trabajar unido, con ellos también se está trabajando para ayudar a adolescente con serios problemas para encontrar su rumbo, facilitando la comunicación con sus mayores y trabajando con ellos la asertividad, el autocontrol, la empatía y la confianza.

Además hay un programa específico de gestión emocional, que ayuda a las personas que se someten a él a manejar mejor nuestras emociones y tener un mayor control. No son actuaciones que excluyan la labor de psicólogos o psiquiatras cuando éstos son necesarios, igual que la equinoterapia que se lleva a cabo con las personas que tienen discapacidad es complementaria a otros tratamientos y terapias.

David Russ siempre fue un apasionado de los caballos. Eran su hobby al tiempo que desarrollaba su carrera profesional como directivo publicitario. Un accidente montando a caballo que bien pudo costarle la vida o dejarle en una silla de ruedas supuso un punto de inflexión en su vida.

Decidió entonces dedicarse profesionalmente en compañía de María López, Coach Ejecutivo y de Equipos y Presidenta de ICF, a  Russ Natural Horse Way. "La vida es muy corta como para no dedicarla a lo que te apasiona". Esta aventura empresarial avanza con buenas perspectivas, aunque no es un camino fácil. "Es una apuesta que lanzamos justo cuando arrancaba la crisis, que nos está costando mucho trabajo y en la que hay puesta mucha ilusión", explica.