"Me fui a Alemania en busca de un trabajo del que poder vivir y que no me hiciera infeliz"

La diseñadora gráfica, de 32 años, en un banco de Berlín.
La diseñadora gráfica, de 32 años, en un banco de Berlín.
20MINUTOS.ES
La diseñadora gráfica, de 32 años, en un banco de Berlín.

Aquí lo intentó todo. Marta Figueredo, diseñadora gráfica de 32 años, era directora de arte en un estudio en Madrid cuando estalló la crisis en 2008. Entonces ganaba 1.000 euros al mes, pero ni el bajo sueldo para su categoría ni sus estudios en Londres pudieron evitar que perdiera el trabajo. Entonces soltera y sin cargas familiares, no se resignó y puso todo su esfuerzo en encontrar un empleo acorde a lo que había estudiado.

Se mudó a vivir con su madre a Sevilla e hizo un curso de diseño de vestuario escénico, gracias al cual la contrataron en una empresa textil que fabricaba al por mayor en China. Fue la encargada de diseñar la nueva temporada. De nuevo, a cambio de mil euros al mes. Y aunque trabajaba 8 horas diarias, solo le hicieron contrato de media jornada. Cinco meses después, con la temporada lista, volvió a verse en la calle y decidió montar un taller en el que ella y una socia diseñaban, producían y fabricaban prendas de ropa para compañías teatrales. O mejor dicho, lo intentaron, porque solo consiguieron vestir a dos y aquello no les daba ni para pipas.

"Trabajábamos por amor al arte más que otra cosa, solo nos daba para cubrir gastos, y a veces ni eso". Tuvo que encadenar trabajos de camarera y reponedora de juguetes y, cuando ya sin alternativa fue a pedir el paro, los contratos basura le habían dejado la prestación en 315 euros mensuales. Fue entonces cuando dijo basta. "Ni siquiera lo pedí. Para qué agotar mis años de cotización en semejante miseria", explica.

Eligió Berlín porque es una ciudad cosmopolita, "muy abierta al arte y al diseño". Llegó en febrero de 2011 y, tras un curso intensivo de alemán de tres meses, empezó a buscar trabajo. Lo encontró pocas semanas después en una compañía de diseño online, con un sueldo de 1.400 euros. Y justo en ese momento se le unió su chico, otro diseñador gráfico harto de luchar para sacar adelante una empresa que solo daba pérdidas. Llegó en julio y no tardó ni un mes en encontrar trabajo "de lo suyo". "Al principio le ofrecieron un proyecto como freelance por el que le pagaron 3.000 euros limpios, y luego ya le hicieron indefinido, pero pasando a cobrar 2.000", explica Marta.

"¿Volver a España? Ni locos"

Ambos viven con su hija Ginebra, de un año, en una casa de 100 metros cuadrados en unos de los barrios de moda en Berlín, Neukölln. Algo con lo que niguno de los dos hubiera podido soñar en España. "Antes de venir sentía que el tiempo se me escapaba y que no tenía ningún tipo de control sobre mi vida, que no podía iniciar ningún proyecto, ni personal ni profesional".

No es que en Alemania aten los perros con longanizas, pero Marta y su chico están felices del paso que dieron.  Sienten que, al menos, tienen "una oportunidad". Su contrato, de un año, finalizó justo cuando le tocaba dar a luz, así que no la renovaron. Y ahora, tras un año de baja por maternidad, le toca empezar a cobrar el paro, pero ya le han encargado un proyecto para diseñar una web como freelance. Es un comienzo y, mientras, tiene varias puertas a las que tocar. "Tengo opciones", dice. "Me vine por calidad de vida, entendí que quería invertir mi tiempo y mi trabajo en algo creativo, que me permitirera disfrutar pero también obtener rentabilidad económica para poder vivir. Algo que no me hiciera infeliz".

En cuanto a regresar a España, lo tienen claro: ni se lo plantean. "Aquí hace frío y el invierno es muy duro, pero hay muchos sitios cálidos en el mundo a los que ir antes que volver. Vamos, ni locos".

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