Muy pocas de estas agresiones llegan a salir a la luz. «Es muy difícil que el indigente denuncie, porque no tiene familia, vive en la calle y no recibe la asistencia que debería por parte de la Policía», señala Galán. Y, además, «los agresores casi nunca suelen ser detenidos», añade.
El perfil del agresor, indica el delegado del Movimiento Contra la Intolerancia, «es el de un varón de entre 14 y 18 años, de clase media o media alta, que en muchas ocasiones se mueve en círculos neonazis o grupos ultra, que profesan odio a los colectivos marginados. Si no, no se entienden estas palizas».
La Comunitat es, junto con Madrid y Cataluña, la autonomía española donde más agresiones de este tipo se dan (unas 300 al año). «Las más habituales son palizas en la calle, o bien el rociamiento e intento de quemar a las personas», comenta Galán. «Y es que agredir a un mendigo sale muy barato», agrega, ya que, según él, «las agresiones suelen quedar en delito de faltas solamente».
Jaime Behigas. Vive de las limosnas y en la calle.
«Me golpearon en la cabeza»
Mecánico de profesión, Jaime Behigas Giménez llegó a Alicante hace cinco años. Vio truncada su ilusión de incorporarse al mercado laboral y desde entonces vive en la indigencia más absoluta. Pero no fue esta situación la más dramática que ha padecido, sino cuando sufrió la ira de un grupo de jóvenes radicales que le propinaron una paliza. «Sin meterme con ellos me llegaron a dar una gran paliza. Mi cuerpo no aguantó más y me tuvieron que asistir y vendarme toda la cabeza», relata con tristeza.
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