La imposible unidad contra ETA

Rajoy no quiere dar oxígeno al Gobierno y no acudirá a la manifestación del sábado en Madrid. Zapatero busca salvaguardar su especial relación con Josu Jon Imaz.
Rubalcaba, en su reunión de ayer con el portavoz del PSOE Diego López Garrido.(Efe)
Rubalcaba, en su reunión de ayer con el portavoz del PSOE Diego López Garrido.(Efe)
Rubalcaba, en su reunión de ayer con el portavoz del PSOE Diego López Garrido.(Efe)
Además de mostrar la esquizofrenia de quien dice mantener su alto el fuego mientras asume haber volado un edificio y del episodio entre surrealista y macabro que supone dar el pésame a los dos muertos que ha causado, el comunicado de ETA del pasado martes ha aclarado algunas de las incógnitas que se habían suscitado antes y después de que la banda dinamitara el proceso de paz.

La primera gran constatación es que el Gobierno no había cedido a ninguna de las reivindicaciones políticas de ETA y de la izquierda abertzale, es decir, que no se había ‘rendido’ ni ‘arrodillado’ ante los terroristas, acusaciones éstas sobre las que el PP ha basado su oposición a lo largo de los últimos meses. Se trataba de una obviedad que el propio atentado había dejado al descubierto, pero que se explicita en el comunicado al culpar al Ejecutivo y al PSOE del bloqueo del proceso de paz por haber establecido como topes «los límites de la Constitución española y de la legalidad».

Una segunda evidencia es que, al menos a juicio de la organización terrorista, el Gobierno no había levantado el pie del acelerador en lo que se refiere a la presión policial sobre sus miembros, al cumplimiento de la ley de partidos y a la persecución de las actividades políticas de la ilegalizada Batasuna, ni la Justicia ni el fiscal general del Estado se habían puesto en tregua. «Ésta es la crónica cruel de una estrategia de represión que no ha parado en ningún momento a lo largo de estos nueve meses», asegura la banda.

Lo que empieza ahora es el diseño de una nueva política antiterrorista en la que se pretende implicar al PP, que, a su vez, exige una rectificación pública de Zapatero y la vuelta al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Los populares siguen aventando que Zapatero se propone intentar una nueva negociación con ETA, algo que puede calar en una parte del electorado, pero que resulta intelectualmente descabellado.

«Queremos oír que no va a haber más negociaciones con terroristas, que se les va a perseguir, que no se les va a permitir presentarse a las elecciones y que la Fiscalía no va a cambiar de posición para atender nuevas ‘realidades sociales’», subrayaba Zaplana tras su reunión del martes con el ministro de Interior.

La razón por la que el Ejecutivo rechaza volver sin más al Pacto por las Libertades puede hallarse en el comunicado de los terroristas: «Queremos denunciar la postura mostrada por el PNV de Imaz en los últimos meses, pues se ha dedicado a alimentar la línea del Gobierno de España contra la izquierda abertzale». Y es que resucitar el Pacto, cuyo preámbulo dejaba expresamente al nacionalismo vasco fuera de la unidad de los partidos democráticos contra el terrorismo, implicaría romper los lazos y hasta la complicidad personal que Zapatero ha tejido en torno a Josu Jon Imaz y al sector que representa en su partido, por el momento mayoritario. Ante la profunda división que vive el PNV entre los autonomistas de Imaz y los soberanistas de Joseba Eguibar –sector al que se adscribe el lehendakari Ibarretxe–, Zapatero ha optado lógicamente por el primero.

Esta especial relación tiene derivadas muy importantes. La primera es tratar de evitar que se reproduzca la situación de cuasi rebelión que protagonizó Ibarretxe frente al Gobierno de Aznar y que, en medio de tensiones brutales, alumbró el plan del lehendakari para convertir a Euskadi en Estado libre asociado.

La segunda es bastante más prosaica y tiene que ver con el reparto del poder. El PNV se ha convertido en un aliado del Gobierno en Madrid y el PSE ha colaborado en la aprobación de los presupuestos en Euskadi. Los partidarios de Eguibar recelan de este clima y hay quien interpreta que la manifestación convocada por Ibarretxe con el lema Por la paz y el diálogo, a la que los socialistas se han sumado a regañadientes –está por ver si acuden–, pretendía abrir la primera grieta entre PSE y PNV.

Las próximas citas electorales podrían determinar la formación de nuevas alianzas, no sólo en ayuntamientos y diputaciones, sino en el propio Gobierno vasco, ya sin Ibarretxe como candidato. Si hay algo que a los populares no les gustaría ver es la reedición de un pacto entre nacionalistas y socialistas, que es adonde parece conducir este entendimiento.

Para conciliar estos intereses con la imprescindible unidad de los partidos ante ETA, Rubalcaba ha ideado un sistema de reuniones quincenales con todas las fuerzas parlamentarias. El PP no ha podido negarse a participar en esta política de mesa camilla, pero ha impuesto una bilateralidad que le permitirá mantener margen suficiente para la crítica. Rajoy no tiene previsto dar ningún balón de oxígeno a Zapatero y el lunes en el Congreso tendremos una prueba.

Habrá que ver durante cuánto tiempo más podrá mantener tensa la cuerda. Rota la negociación, devuelto el protagonismo en la lucha contra a ETA a policías y jueces y excluida la posibilidad de que Batasuna pueda presentarse a la elecciones, el enfrentamiento podría resultarle al PP no sólo estéril, sino también contraproducente. Por el momento, no participará en la manifestación del sábado en Madrid, porque considera que genera división.

En qué anda...

Rosa Regás

La lectora del manifiesto

La directora de la Biblioteca Nacional será, junto con un representante de la comunidad ecuatoriana, quien dará lectura al manifiesto que cerrará la marcha contra ETA del próximo sábado en Madrid. Regás aceptó ayer la invitación de los convocantes.

Antonio Gutiérrez

Eta tambien le dejó sin coche

Al ex secretario general de CC OO, hoy diputado del PSOE, el atentado de ETA en  Barajas le dejó sin coche como a decenas de ciudadanos. El político tenía su viejo Peugeot en el aparcamiento D de la nueva terminal de Barajas. Hace unos días ha estrenado otro Peugeot, de segunda mano.

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