Un sacerdote de Madrid elabora bisutería para donar dinero a los pobres: "Es mi otra vocación"

  • Juan Román Saiz es vicario en una parroquia del barrio del Pilar y da clases a niños, pero en sus ratos libres elabora colgantes, anillos y pendientes.
  • Vende su producción entre las feligresas y las madres de sus alumnos para sufragar un proyecto solidario en Perú y ayudar a familias necesitadas del barrio.
  • "Al principio solo hacía cruces de cerámica, pero las mujeres del barrio me dijeron que ya estaba bien de tanta cruz", bromea este cura artesano.
Juan Román Saiz, vicario de la parroquia Santa María de la Fe, elabora colgantes y anillos de cerámica en sus ratos libres.
Juan Román Saiz, vicario de la parroquia Santa María de la Fe, elabora colgantes y anillos de cerámica en sus ratos libres.
JORGE PARÍS
Juan Román Saiz, vicario de la parroquia Santa María de la Fe, elabora colgantes y anillos de cerámica en sus ratos libres.

Juan Román Saiz dice misa en la parroquia Santa María de la Fe (en el madrileño Barrio del Pilar), atiende a los feligreses que se acercan a la iglesia, da clases en el Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil y colabora en proyectos del Eurocolegio Casvi. Hasta ahí nada fuera de lo normal en el día a día de un sacerdote católico. Sin embargo, en sus ratos libres cambia los altares por el horno, la cerámica y los pigmentos.

Juan Román, además de ser cura, es artesano y elabora colgantes, pendientes y anillos de cerámica. "Es mi segunda vocación, me apasiona", asegura este madrileño, de 45 años. Pero lo importante de sus creaciones es el trasfondo solidario: lo que recauda con su venta va a parar a proyectos de cooperación en Perú y a familias españolas azotadas por el paro.

Aunque la gente le llama ‘cura joyero’, a él no le gusta ese apelativo. Prefiere que se le nombre como ‘cura artesano’. "Yo no hago joyas, hago bisutería. Mi especialidad es la cerámica y el esmalte al fuego sobre metal", explica Juan Román. En un principio, su talento con la bisutería era una simple afición. "Quizá me viene de familia. Mis padres eran panaderos y recuerdo que de niño me gustaba darle forma a las rosquillas. Pasé mi infancia entre hornos y la artesanía con cerámica tiene algo que ver con eso", recuerda el sacerdote.

Hasta que vio que podía encaminar su buena mano con la cerámica para ayudar a los demás: "Todo lo que hacía lo regalaba. Pero me di cuenta de que se podían utilizar para recaudar fondos para proyectos solidarios", apunta. Así fue como empezó a colaborar con la Fundación Casvi, que realiza todos los años un mercadillo solidario en su colegio de Villaviciosa de Odón. Allí pone a la venta sus piezas y destina el dinero que recauda a la construcción de un comedor social y aulas educativas en Perú. "En el barrio todos le queremos. Es una persona muy simpática, es cariñoso y, sobre todo, generoso", le alaba Juana, una feligresa.

"Mis colgantes van de feria en feria"

Con su bisutería también ayuda a familias necesitadas del barrio. "Juan Román ha regalado muchas de sus piezas a mi nuera y mi nieta, para que se saquen un jornal vendiéndolas en mercadillos. Es una ayuda, lo están pasando muy mal", asegura Justa, una vecina que trata a Juan Román como a un "hijo adoptivo". "A veces me siento como un feriante, mis colgantes van de feria en feria", bromea el religioso.

Su figura y su forma de expresarse se aleja de la idea estereotipada de un cura católico. No viste sotana ni lleva alzacuellos, tiene aspecto juvenil e intercala bromas en su discurso. "No creo que sea un cura atípico. Ayudar a los demás es la vocación de cualquier persona religiosa", sentencia.

Juan Román ha tenido que adaptar sus creaciones a los gustos de sus ‘clientes’. "Al principio solo hacía cruces e iconos religiosos... a ver si así evangelizaba a las personas [bromea entre risas]. Pero las madres de los alumnos, que son las que compraban, me dijeron que ya estaba bien de tanta cruz, que también querían cosas más convencionales. Así que ahora también diseño corazones, flores o meninas de barro", comenta el sacerdote. "En el barrio y en el colegio tengo a todas las mujeres adornadas con mis pendientes", asegura el cura con una sonrisa. Aunque no solo vende entre sus allegados: a través de su web (Artesanía Juan Román) este sacerdote ‘exporta’ sus colgantes a cualquier parte del mundo.

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