El acusado de matar a un pastor en Segovia dice que no fue consciente de su conducta hasta que se entregó

Las familias del ahora detenido y su víctima mantenían rencillas por las lindes desde hacía años
Imagen del juicio
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EUROPA PRESS
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El hombre acusado de matar a un pastor en Aldea Real (Segovia) en 2011 ha reconocido que acabó con la vida de su vecino pero ha alegado que, una vez le produjo la muerte, no fue consciente de su conducta hasta que se entregó en el Cuartel de la Guardia Civil, casi dos días después de producirse los hechos en un paraje pedregoso a unos dos kilómetros del núcleo rural.

En el juicio que ha comenzado este lunes con jurado popular en la Audiencia Provincial de Segovia, el acusado G. G.M, de 39 años, ha reiterado en varias ocasiones que tras la disputa en la que ambos se enfrentaron, que acabó con el fallecimiento del pastor, L. C. G, de 64 años entonces, no se daba cuenta de lo que hacía pero que sí experimentó malas sensaciones y una angustia que le llevaron a confesar lo ocurrido primero a sus padres y después a la Guardia Civil.

Los hechos se remontan al 14 de agosto de 2011, cuando G.G.M, cuya familia mantenía rencillas desde hacía años por cuestiones de pastoreo con familiares del fallecido, se enzarzó en una discusión con el pastor después de percatarse de que sus más de mil ovejas pastaban en la zona que no le correspondía.

El autor del crimen había puesto antes en conocimiento esta situación a Guardia Civil y Junta Agropecuaria con el fin de que intercedieran, aunque según ha dicho no consiguió su amparo antes del fatal desenlace.

En su declaración, en la que ha manifestado no recordar los detalles de la trifulca, ha explicado que L.C.G. quiso sacudirle con su garrota pero que consiguió arrebatársela, le apaleó con ella y le golpeó después con una piedra en la cabeza —de más de cinco kilogramos, según la Guardia Civil—. La víctima sufrió a consecuencia un traumatismo craneoencefálico que le originó la muerte.

El acusado limpió después el escenario de la muerte e introdujo el cadáver junto con la piedra, la garrota y la radio del fallecido en una saca de la que se había provisto previamente en una nave familiar, a la que fue a recoger el tractor y los cultivadores para trasladar los restos a un pinar situado a diez kilómetros, atormentado por el "miedo y la angustia" y "agobiado". Una vez enterró el cuerpo, lavó la pala del tractor, donde había depositado el cuerpo para su desplazamiento, y se fue a casa.

G.G.M. ha indicado que tras lo ocurrido no quiso contar el trágico capítulo a nadie hasta que su "mala conciencia" le impulsó a entregarse en el Cuartel, de madrugada el día 16. El día 14 no era la primera vez que el detenido y su víctima 'llegaban a las manos'. En 2005, el más joven fue condenado a pagar una indemnización al mayor por causarle lesiones.

"sin alteración emocional"

El Ministerio Fiscal, que mantiene el arrebato y la confesión como atenuantes, pide para el acusado 12 años de prisión por un delito de asesinato y una indemnización a los hermanos de la víctima de 120.000 euros.

La acusación particular, que defiende los intereses de los dos hermanos de L.C.G. como principales perjudicados, alega por su parte alevosía y ensañamiento como agravantes y descarta las atenuantes del Ministerio Público, que también comparte la defensa. La acusación opina que el ahora detenido reconoció los hechos sólo cuando supo que todas las investigaciones apuntaban a él como autor del crimen, que abusó de su superioridad física durante la discusión y que no experimentó alteraciones emocionales durante el episodio.

Además, asegura que golpeó al pastor a traición por la espalda, le fustigó a palos una vez cayó al suelo y le aplastó el cráneo con una piedra. En todo momento, ha dicho, quiso asegurarse el resultado de su ejecución, que llevó a cabo, según ha concretado, en un lugar alejado del pueblo y sabiendas de que la víctima no podría pedir auxilio. Solicita por ello 25 años de cárcel por asesinato y una indemnización de 60.000 euros.

Mientras tanto, la defensa ha reclamado seis años de prisión por homicidio y un pago de 54.423 euros a los familiares. El abogado estima que el agresor tiene que pagar por lo que hizo, pero que es un asesino. Ha recordado que a la familia del fallecido ya se le habían abierto expedientes por no respetar las lindes y que habían sido multados por el pastoreo en varias ocasiones.

En este caso, según ha relatado, al ver que el ganado del pastor estaba en las tierras que no le correspondía y al no obtener amparo de la Guardia Civil o la Junta Agropecuaria, tuvo un "cortocircuito mental" y terminó golpeándole durante un forcejeo. "Si este señor no llega ver a Leonardo en sus tierras nada hubiera pasado", ha subrayado.

La defensa ha alegado que el acusado estaba aturdido y desasosegado, según revelan informes psicológicos, y que en ningún momento pretendió ocultar huellas, por lo que el crimen no fue preconcebido ni hubo sangre fría. Finalmente, cuando no pudo más, G. G. M. confesó. Su madre tuvo que ser atendida por el 112 por un ataque.

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