
"Mis valores no los cambio ante nadie". Yasmina San Juan, ingeniera geóloga de 27 años, fue una de las galardonadas este martes con el Premio Nacional de Fin de Carrera 2009-2010. Lo recibió de manos del ministro de Educación, José Ignacio Wert, ante quien ya había decidido protestar por los recortes, el retraso en la concesión de becas, los obstáculos para acceder a estos reconocimientos académicos y otras tantas razones.
La decisión de demostrar descontento en el acto que tuvo lugar en el Auditorio Nacional, en Madrid, no estaba orquestada, fue "individual", explica por teléfono a 20minutos.es, aunque muchos de los asistentes, como ella, ya habían desvelado en redes sociales sus intenciones. En estos momentos se encuentra en el Instituto Pirenaico de Ecología de Zaragoza con una beca FPI y tiene claro que hoy día "no habría podido estudiar la misma carrera".
"Mis padres son limpiadores", relata, "yo he estudiado la carrera con becas del Ministerio". Unas becas que, añade, "ahora no me concederían". Le gustaría ser profesora —"si puedo"— y en un mundo ideal se trasladaría a otro país, pero tiene una enfermedad degenerativa y el tratamiento fuera "es muy caro".
El programa del acto de entrega de los premios, al que ha tenido acceso 20minutos.es, no incluía intervenciones de ningún estudiante, solo una del ministro, que habló, entre otras cosas, de la "equidad" y la igualdad de oportunidades. Por eso, "la única forma" de evidenciar una oposición rotunda al cambio de modelo educativo era retirándole el saludo, asegura Alba Contreras, de 29 años, licenciada en Filología Hebrea y Filología Árabe.
Está cursando una beca predoctoral en la Universidad Complutense de Madrid e insiste durante la conversación en que los galardonados que se manifestaron no se conocían entre sí. Asegura que "si el ministro se dignara a escuchar" a la gente, con "humildad", se daría cuenta de que con "la subida de tasas brutal, leyes como la Lomce y las tasas de resposición", explica, "se están cargando" la educación. "No salía saludarle", señala.
Ninguno de los que mostró su rechazo a las medidas del ministro se esperaba una repercusión tan grande, cuenta Indira Álvarez, de 25 años y licenciada en Biología en León. Ella se puso la camiseta de la marea verde y opina que las protestas fueron "bastante respetuosas". Cree que en el Ministerio de Educación "no están acostumbrados" a que los desplantes, "por llamarlos así", los realice gente con expedientes de excelencia.
En esta ocasión, apunta, tanto la convocatoria de los premios como su resolución "han tardado mucho en salir" y además "se ha recortado el número de premios". Otros años, explica, ha habido gente con cuartos, quintos y sextos premios que aunque no recibieran dinero sí obtenían una mención, pero este año se han quedado fuera. Los universitarios distinguidos, añade, tampoco han recibido ayudas para asistir al acto, "a pesar de que muchos están en el paro".
Indira explica que "lo más mediático" ha sido lo de las camisetas verdes y que a pesar de que solo una docena de premiados expusieron su opinión con gestos y vestimenta ad hoc, el apoyo que recibieron en el auditorio fue "bastante generalizado". Hubo gente que llevó lazos, otros chapas y algunos lanzaron gritos a favor de la educación pública; hubo también alguna crítica desde el público, pero "muchos aplausos", termina.
Todas insisten en que "algo" se esperaban desde el Ministerio, dado que se están encontrado este tipo de manifestaciones "en todas partes", aunque una de ellas destaca que la sorpresa mayor del ministro llegó cuando vio rechazada su mano por "un chico con traje". Todos, los 126 galardonados, se hicieron la foto de familia al final del acto; el premio, recuerdan, no lo otorga el titular de Educación de forma particular, sino que se concede al "esfuerzo" realizado.
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