Condenan a un cura católico de Ruanda a quince años de prisión por genocidio y crímenes contra la humanidad

Athanase Seromba es el primer párroco de la Iglesia Católica condenado por genocidio ante una corte internacional. En 1994 más de 2.000 tutsis buscaban refugio en su iglesia, para protegerse de milicias "Interahamwe". Seroma ordenó que destruyeran el templo con excavadoras, y todos fueron masacrados.
Athanase Seromba (AP)
Athanase Seromba (AP)
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Athanase Seromba (AP)

El ruandés Athanase Seromba, sentenciado a quince años de prisión por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), es el primer párroco perteneciente a la Iglesia Católica condenado por cargos de genocidio ante una corte internacional.

Por su implicación en las masacres de 1994 en Ruanda, la Sala Tercera del TPIR le halló culpable de genocidio y crímenes contra la humanidad en la modalidad de exterminio, y le absolvió del cargo de conspiración para cometer genocidio. "La Sala consideró un factor agravante el hecho de que fuera un religioso muy conocido en su comunidad y en el que muchos feligreses confiaban", declaró el jefe de prensa del TPIR, Bocar Sy, desde la sede del tribunal en Arusha (Tanzania).


A pesar de ello, la Sala le sentenció a
quince años, y no a cadena perpetua, como había solicitado el fiscal.

Seromba, de 42 años, se encontraba acogido desde 1997 en la diócesis italiana de Florencia, desde donde proclamó su inocencia y fue respaldado por el Vaticano.

Sin embargo, ante la presión de la entonces fiscal del TPIR, Carla del Ponte, sobre las autoridades eclesiásticas, el religioso se entregó voluntariamente al tribunal el 7 febrero del 2002.

En 1994, el condenado estaba encargado de la parroquia de Nyange, en la localidad de Kivumu, en la provincia occidental de Kibuye.

Se acogían "a sagrado", pero les cerraron las puertas

Huyendo de las masacres, más de 2.000 personas, la mayoría de la comunidad tutsi, abarrotaron la iglesia, que a partir del 15 de abril fue sometida a ataques regulares por parte de militares y milicias "Interahamwe".

Durante el juicio, que comenzó el 20 de septiembre del 2004, la Fiscalía presentó quince testigos para demostrar que el religioso dio la orden de que su iglesia fuera derribada con máquinas excavadoras cuando miles de refugiados tutsis se hallaban dentro, lo que causó la muerte a casi todos ellos.

Murieron entre 500.000 y un millón de tutsis y hutus

En el genocidio, entre 500.000 y un millón de tutsis y hutus moderados, según distintas fuentes, murieron masacrados con machetes y armas de fuego por milicias extremistas, soldados y la propia población civil.

Muchos murieron en iglesias en las que habían buscado refugio y hoy gran parte de los memoriales del genocidio que pueblan Ruanda son templos: en la iglesia de Nyamata murieron cerca de 10.000 personas, en la de Ntarama otras 5.000.

Ruanda era el país más cristiano de África y un 60% de la población abrazaba el catolicismo.

Seromba no es el único

En las oleadas de masacres precedentes que marcaron la turbulenta historia del país desde su independencia de Bélgica en 1962, los templos religiosos siempre habían sido refugios inviolables, pero en 1994 no lo fueron.

"Hay una evidencia abrumadora de que líderes de las iglesias anglicana, metodista, presbiteriana y católica estuvieron implicados en el genocidio", según la organización African Rights, que ha señalado que supervivientes de la masacre han denunciado "complicidad directa y a veces asesinatos" por parte de al menos otros seis religiosos que no han sido detenidos. En tribunales nacionales, la participación de la Iglesia católica en el genocidio fue puesta de manifiesto por la justicia belga, que condenó en el 2001 a dos monjas ruandesas a entre 12 y 15 años de cárcel por su papel en las matanzas.


Pero esta es la primera vez que el catolicismo veía a uno de sus miembros sentarse en
el banquillo del TPIR, que sólo ha juzgado a otro religioso, el pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día Elizaphan Ntakirutimana, condenado a diez años de prisión en febrero del 2003.

Otros dos párrocos se encuentran detenidos por el TPIR y a la espera de juicio: Hormisdas Nsengimana y Emmanuel Rukundo, ambos católicos.

Un tercero, el obispo anglicano Samuel Musabyimana, murió a causa de una enfermedad en el 2003 en el Centro de Detención de Arusha.

Seromba es el primer párroco perteneciente a la Iglesia Católica condenado por cargos de genocidio ante una corte internacional.

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