«No ha habido propuesta firme, pero creemos que hay que reducir los problemas de convivencia y suciedad del botellón», explica Nacho Escartín, del taller.
El número de grupos que beben en el parque Grande aumenta, como publicó ayer 20 minutos, y las brigadas de limpieza no son suficientes. «Los lunes todavía quedan cristales por el suelo. Hay que realizar programas educativos con visitas escolares que fomenten el amor por el parque desde pequeños», señala Escartín.
En estos talleres se ha llegado a la conclusión de que la represión no es la solución y creen que sería más efectivo organizar actividades que animasen a ocupar el parque por las noches. Conciertos pequeños o competiciones deportivas serían la solución.
Pero los botellones se organizan en el resto de parques, en plazas, como la de Los Sitios, o en la arboleda de Macanaz. Las quejas vecinales no cesan y, aunque a veces parecen ser efectivas, el botellón vuelve a resurgir, como en el parque Miraflores, donde los jóvenes siguen bebiendo en portales y parkings cercanos. «Como problema global, el botellón es difícil de tratar. Quizá la única solución sea crear espacios legalizados para ello, como han hecho en Granada o San Sebastián», añade Escartín.
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