Los miembros de Bellas Artes, sin embargo, se han sabido adaptar a las circunstancias. La facultad es la única que tiene economato. Los alumnos no necesitan acudir a establecimientos especializados porque en esta tienda encuentran todo lo que necesitan a precios competitivos.
«Una maravilla», dice Manuel Castillo. «Hablan nuestro idioma y no es caro».
La facultad se mudó del campus de Cartuja al de Aynadamar hace diez años. El antiguo psiquiátrico ha cambiado las camas y los medicamentos por los caballetes y las pinturas.
«Suena gracioso, pero el edificio no sirve para facultad». Susana Montes está en tercero y dice que el calor en algunas aulas es «insoportable y hay demasiadas escaleras».
La estructura de hospital ha hecho complicada la adaptación. «Los pasillos son muy largos con habitaciones a los lados, tiramos los tabiques para hacer aulas, pero nos encontramos con una ventana cada tres metros. Seguro que estamos en las facultad con más ventanas», ironiza Cabrera.
El problema es que la calefacción funciona a la perfección, pero no está instalada por fases. Los modelos que posan desnudos necesitan trabajar en un ambiente templado y esto obliga en demasiadas ocasiones a que en el resto de las clases los alumnos estén en manga corta.
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