Marco tiene ahora 39 años. En torno al año 1993, cuando rondaba los 20 años, su discapacidad le dificultaba las relaciones personales. Hasta que le pusieron en contacto con el grupo Jóvenes del Parque y su vida dio un giro: "Aquí he conocido gente, gente que no me ha mirado por encima del hombro, que siempre ha estado a mi lado, apoyándome, ayudándome", explica Marco a través de una carta. "Mi vida ha cambiado. He hecho amigos", resume después en una conversación personal.

Él es una de las personas ("más de mil", según los monitores) que en las últimas dos décadas han participado en las actividades de integración organizadas por Jóvenes del Parque, el grupo juvenil al que el arzobispado de Madrid quiere expulsar de la parroquia Santa María del Parque (en Hortaleza), como publicó 20 minutos el miércoles 13 de marzo. El nuevo párroco no los quiere en sus dependencias pese a su labor social en el barrio.

El padre de otro de los chicos, Carlos, tiene mucho que agradecer al grupo: "Mi hijo tiene una enfermedad rara que le provoca problemas de socialización. Pero de ser un crío recluido en casa, ha pasado a desear relacionarse con la gente", cuenta Carlos. La clave es juntar a chicos con discapacidad y a otros sin ella "para que unos aprendan de otros, enseñarles el valor de ayudar y de ser ayudado", explica Sole, madre de tres jóvenes participantes en los campamentos.

También imparten cursos de alfabetización para inmigrantes que llegan a Hortaleza. Es el caso de Karim, un chico que llegó desde Guinea hace cinco años y se encontró solo en un lugar desconocido: "No tenía a nadie, pero ahora me he encontrado con una gente que es casi como mi familia. Cuando llegas a un sitio extraño, lo importante es encontrar a alguien con quien te puedas comunicar". Si su párroco no lo remedia, a partir del 1 de abril tendrán que buscar otro lugar para continuar con su labor de integración.

El grupo Jóvenes del Parque ha convocado una concentración este domingo frente a la parroquia Santa María del Parque. Allí informarán sobre su expulsión de la parroquia, tras la llegada de "un nuevo párroco ligado al Camino Neocatecumenal". En opinión de uno de sus portavoces, "quieren hacer una parroquia para los kikos, pero nosotros creemos en una Iglesia entregada a los necesitados". Pocos en el barrio entienden la decisión del párroco. Tampoco los beneficiarios de sus labores sociales: "Dicen que no somos cristianos. Si integrar a personas con discapacidad no es ser cristiano...", apunta Marco.