El anterior papa se fue asegurando que sólo su sucesor conocería las verdades que contiene el informe conocido como Vatileaks, elaborado por tres cardenales por encargo de Benedicto XVI y que contendría un completo retrato del estado de la Iglesia y de su curia. Y es que el documento, elaborado después de las filtraciones de corresponencia privada del pontífice, revelaría las tensiones y las luchas de poder en la cúpula de la Iglesia Católica.

Según el semanario italiano Panorama, el papa quedó "muy impresionado" con los informes y sólo tuvo fuerzas para revelar su contenido a su hermano, Georg. "Admitió, tal vez por primera vez, haber descubierto una cara de la curia vaticana que jamás había imaginado. Antes de Navidad comenzó a pensar seriamente en su dimisión", señaló la publicación, que añadía que los creadores del informe encontraron una "extendida resistencia en la curia al cambio y muchos obstáculos a las acciones pedidas por el papa para promover la transparencia".

En las reuniones previas al cónclave que eligirá nuevo pontífice los cardenales de todo el mundo discuten sobre la conveniencia de conocer el contenido de ese informe antes de votar al que ocupará el trono de Pedro, puesto que las revelaciones del documento podrían influir en las votaciones.

Entre ellos están los cardenales estadounidenses Francis George y Donald Wuerl que no dudaron en reconocer que "seguramente" durante las reuniones se hablaría del Vatileaks.

El presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, el cardenal Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida, en una entrevista al diario italiano La Stampa, ha reconocido que el caso Vatileaks influirá en las votaciones de los purpurados y por ello ha pedido conocer el contenido central del informe secreto.

Damasceno, que participará en su primer cónclave, destacó la presencia en las congregaciones generales de los tres cardenales eméritos que formaron la comisión de investigación sobre el caso y apuntó que "puede ser que algunos de los cardenales pidan información sobre el informe confidencial, que se entregara al próximo Papa", como así ocurrió finalmente.

En esta línea, el presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil añade creer "que no es necesario entregar el documento a cada uno pero sí que se ofrezcan a todos algunas generalidades sobre el contenido" porque asegura que "conocer el núcleo central es parte de la corresponsabilidad en el gobierno de la Iglesia y sobre todo cuando se trata de tomar una decisión como esta de elegir un papa",  por lo que concluye que "seguro que su contenido influirá en las votaciones".

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, señaló que es "normal" que algunos cardenales estén interesados en conocer la situación de la Iglesia y de la curia en general y que en ese contexto puedan preguntarles.

Entre los enviados españoles también hay inquietud por este tema, pero la idea es que los papeles de Vatileaks no deben conocerse. El cardenal de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, aseguró que el escándalo Vatileaks tendrá un peso "irrelevante" en el próximo cónclave y se atrevió a asegurar que la Iglesia está unida y, aunque hay diferentes puntos de vista, "no hay enfrentamientos".

El purpurado, uno de los cinco cardenales españoles electores (es decir con menos de 80 años) aseguró que el Vatileaks "es irrelevante" a la hora de elegir al nuevo papa. "¿Qué secretos de Estado ha desvelado?", se preguntó Amigo Vallejo, ante la insistencia de los periodistas, y destacó que la Iglesia tiene otras preocupaciones y desafíos más importantes que afrontar.

El cardenal español, franciscano, subrayó que en la Iglesia, "como es normal entre seres humanos", puede haber "criterios diferentes" a la hora de ver un tema, "pero no enfrentamientos". "La Iglesia está unida y eso es lo que importa", aseguró.

Se da la circunstancia de que los tres purpurados formaron la Comisión Cardenalicia creada por Benedicto XVI para esclarecer el robo y filtración de documentos personales enviados a él y del Vaticano, los tres cardenales autores del informe, el español Julián Herranz, el italiano Salvatore De Giorgi y el eslovaco Jozef Tomko, se encuentran reunidos con sus iguales en las sesiones preparatorias para el cónclave.

Estos tres cardenales habrían recibido presiones de sus compañeros, en forma de improvisados interrogatorios, sobre el contenido del informe, recibiendo de los tres autores respuestas evasivas.