Exhiben a Hamaya y Yamamoto, dos deslumbrantes fotógrafos japoneses de principios del XX

  • Ambos vivieron en el período Taishō, la "era de la gran rectitud" previa al ultranacionalismo y la escalada militar que concluiría en la II Guerra Mundial.
  • Siguieron trayectorias opuestas: Hiroshi Hamaya se dedicó a retratar las zonas más remotas del país y Kansuke Yamamoto abrazó el surrealismo.
  • La exposición "Japan's Modern Divide" presenta en paralelo la obra de los dos grandes artistas, poco conocidos fuera de su país.
Foto del surrealista Kansuke Yamamoto que se exhibe en la exposición de Los Ángeles
Foto del surrealista Kansuke Yamamoto que se exhibe en la exposición de Los Ángeles
Private collection, entrusted to Tokyo Metropolitan Museum of Photography © Toshio Yamamoto
Foto del surrealista Kansuke Yamamoto que se exhibe en la exposición de Los Ángeles

No existe constancia de que hayan mantenido tratos de amistad, pero sus carreras, pese a que simulen ser líneas opuestas, sirven para trazar una radiografía de un período singular de la historia moderna de Japón, la Era Taishō o "de la gran rectitud", una fase corta (1912-1926), liberal y democrática que dió paso al militarismo y la escalada ultranacionalista que influyeron en las ansias imperialistas del país y su posición en la II Guerra Mundial.

Las obras de Hiroshi Hamaya (1915-1999) y Kansuke Yamamoto (1914–1987), un par de deslumbrantes fotógrafos y artistas poco conocidos fuera de Japón, son comparadas en paralelo en la exposición Japan's Modern Divide (La dividida modernidad japonesa). La muestra, que organiza, del 26 de marzo al 25 de agosto, el Museo J. Paul Getty de Los Ángeles (EE UU), muestra por primera vez en términos comparativos las fotografías de dos de los pioneros en los inicios del siglo XX del siempre fascinante mundo japonés de la imagen.

Caminos diferentes

Gran parte de los impulsos históricos de la época de transición —naciente industrialización, apertura de un país que había vivido enclaustrado, liberalismo social y político, experimentación artística y un camino cuesta abajo en la economía mundial que concluyo con la Gran Depresión— pueden entreverse en los caminos diferentes que tomaron Hamaya y Yamamoto para expresarse como fotógrafos. El primero decidió concentrar sus esfuerzos en mostrar a sus conciudadanos en tono de documentalismo clásico las zonas más remotas del país y el segundo abrazó una corriente que llegaba del extranjero, el surrealismo.

"Es de sobra conocido el trabajo y la obra de los surrealistas europeos y la tan aplaudida tradición fotográfica del documentalismo del siglo XX, pero los artistas japoneses que se alinearon con estos movimientos son poco conocidos en Occidente", dice Timothy Potts, director del museo. "Esta muestra ilumina el trabajo extraordinario de dos artistas que respondieron a la agitación sociopolítica de su país de dos formas diferentes pero igualmente potentes".

Hijo de un detective

Hijo de un detective privado, Hamaya creció en Tokio, empezó a trabajar como fotógrafo en una empresa dedicada a las imágenes aéreas y fue uno de los primeros reporteros en retratar la vida la ciudad con una mirada en la que primaba el periodismo. En 1939 fue enviado a la zona de Ura Nihon (literalmente en japonés, la espalda del país), una comarca rural de condiciones de vida muy extremas situada en la costa del Mar de Japón.

El viaje cambió la forma de entender la sociedad de Hamaya y también su forma de retratarla. Dejando de lado su formación como reportero, el fotógrafo decidió mostrar a los habitantes de aquellos desolados confines —prácticamente desconocidos para el resto de los japoneses— desde una óptica que bascula entre el interés etnográfico y el humanismo. Campesinos embarrados cultivando arroz y pescadores jugándose la vida con las mismas prácticas de otra era son algunos de los motivos de sus fotos.

Primer asiático en Magnum

Entre 1940 y 1955 el fotógrafo trabajó con la misma sensibilidad en la región de Echigo, que ahora se llama Niigata. En 1969 Hamaya fue el primer asiático en ingresar como miembro en la agencia Magnum y en 1987 ganó el Premio de la Fundación Hasselblad de Fotografía.

La opción que eligió Yamamoto fue distinta. Se inició en la fotografía de la mano de su padre, que cultivaba el pictorialismo, pero pronto se dejó influir por el surrealismo europeo y, entre las décadas de los años treinta y los setenta, militó en grupos de vanguardia que predicaban el inconformismo y el arte como vehículo para la crítica social. Fue uno de los promotores del grupo Nagoya Foto Avant-Garde y creó la publicación Yoru no Funsui (La fuente nocturna) dedicada a arte y literatura surrealistas.

Sus fotografías están marcadas por el humor y la provocación: en Templo budista (1940), por ejemplo, muestra un teléfono dentro de una jaula de pájaro en una metáfora de la represión ideológica creciente en Japón, que motivó la detención del artista para ser interrogado por la Policía a causa de los contenidos de sus publicaciones.

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