Sevilla desde las alturas del Infierno

Zona de atracciones: Al lado del Real, un espacio tan grande como treinta campos de fútbol para pasarlo de vértigo.
La noria y la montaña rusa se mantienen con dignidad en los primeros puestos de favoritos para los asiduos a la calle del Infierno, a pesar de la llegada de atracciones más sofisticadas.
La noria y la montaña rusa se mantienen con dignidad en los primeros puestos de favoritos para los asiduos a la calle del Infierno, a pesar de la llegada de atracciones más sofisticadas.
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La noria y la montaña rusa se mantienen con dignidad en los primeros puestos de favoritos para los asiduos a la calle del Infierno, a pesar de la llegada de atracciones más sofisticadas.
Pocas veces hubo infierno vivido con tanto gusto. Ni con tanto dulce, ni con tanta risa. Es la calle del infierno del Real, 300.000 m2 que son el auténtico paraíso de los niños en feria. Allí se encuentran todas las atracciones imaginables con un gran protagonista: el circo. Una música homogénea (por orden municipal) suena desde el Canal feria y anuncia la entrada: bienvenidos al infierno.

Un total de 55 grandes aparatos, 10 espectáculos, 42 juegos de azar, 73 casetas de tiro, 25 de boxeo, y 15 de bisutería y juguetes. Además, compartidos con la zona de casetas, 30 puestos de helados, 25 de turrón, 28 de algodón dulce, 60 de agua y tabaco, y 40 de flores. A grandes trazos, estas son las cifras del espacio más lúdico de la feria.

Aunque para hablar de gustos y no de números, hay que mencionar la montaña rusa y la noria como las atracciones tradicionales con más éxito.

La competencia

En dura competencia con ellas, el nuevo ratón vacilón, una montaña rusa con coches que toman las curvas al ritmo vertiginoso del látigo. Siguen teniendo su hueco los coches tope o el canguro. Similar a este último encontramos el telecombate, con una diana a la espalda del pasajero del asiento delantero al que se le puede hacer caer. Y muchos más: el gusano loco, el ovni o la olla, el barco vikingo, el top gun o el famoso Entreprise.

Más tranquilos son los ponis, el vaporetto, y sobre todo, las cataratas (una pequeña montaña rusa de agua) además del clásico tren de la bruja. Pero para sobresaltos, el castillo del terror, el trueno, el hotel o la resbaladera de caída libre.

La única penitencia, que la cartera no deje de recordarnos el resto de la feria que sí hemos pisado el infierno (un viaje cuesta entre 3 euros y 5 euros).

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