Ellos no pueden más. Sufren acoso psicológico y hasta agresiones físicas por parte de aquellos alumnos a los que intentan educar.
"Por desgracia no empezamos bien el curso", denuncia Inmaculada Suárez, la psicóloga que está al frente de la oficina del Defensor del Profesor del sindicato ANPE-Madrid.
Hasta ahora, la oficina tiene constancia de tres agresiones físicas. Una por empujones y dos por lanzamiento de objetos contra el profesor. Además, hay una decena de maestros que están de baja por ansiedad.
El perfil del acosador es todavía el de un chico adolescente, aunque en ANPE dicen que cada vez las chicas son más violentas y que baja la edad en la que empiezan a ponérselo difícil a los educadores.
Amenazas por Internet
Los insultos, las faltas de respeto y las amenazas en ocasiones han culminado en los primeros pinchazos de ruedas de vehículos del profesorado.
Un fenómeno naciente y en alza que preocupa a ANPE es el acoso de los profesores mediante Internet. "Es algo que está empezando. Los alumnos usan diversos foros para difamar a sus profesores, contando las cosas como no son e incluso colgando fotos que les hacen con el móvil", denuncia Inmaculada Suárez.
Un teléfono contra la violencia
Hoy se cumplen 11 meses desde que el sindicato ANPE puso en marcha en Madrid el servicio de atención telefónica a docentes que afrontan situaciones de violencia escolar o acoso. Desde entonces, se han recibido 1.350 denuncias y se han establecido en otras comunidades autónomas.
A través de un número de teléfono (91 521 31 11) y de la página web , se ofrece al docente (sea cual sea su filiación sindical) asesoramiento psicológico y legal.
La historia de un profesor primerizo
Pedro. enseña tecnología en un instituto.
"Llego a casa agotado y me sube la fiebre"
"Estoy pagando la novatada. Es mi primer año de profesor de una asignatura ‘maría’ en un instituto y no puedo controlar a mis alumnos.
"El resto eran ellos metiendo bulla. En una de las aulas me costó un mes enseñar un tema. Estuve a punto de tirar la toalla".
"Es tan difícil que más de un día llego agotado a mi casa y hasta me sube la fiebre. No se cortan nada, te lo discuten todo y no tienen vergüenza en llamarme por mi mote en lugar de por mi nombre. Hasta les he pillado haciéndome fotos con su móvil".
"Lo que pasa es que ahora he hablado con otros profesores que tienen más experiencia y ellos me están ayudando a sobrellevarlo. Reconozco que me he equivocado tratando de ir de profesor cercano. El próximo curso pondré más distancia. He visto que los chicos demandan autoridad".
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