Superviviente a la extinción del libro

Programa 40 actividades al año para lanzar a escritores y animar a la lectura.
Por providencia del destino, Fernando Linde Domingo emergió en Montejica, Granada, nada menos que el 23 de abril de 1953, libresco día de Sant Jordi. Luego se trasladó a Elche con apenas 15 años para explotarse de bracero en el calzado: «Vine antes que mis padres. Luego arrastré a la familia».En Elche compartió su trabajo con la militancia en el grupo Liberación y como distribuidor de la conciencia progresista de la Editorial ZYX, factoría de rebeldes. Más tarde se empleó en la fábrica Mesalina, donde fue sujeto activo de una histórica huelga con encierro eclesiástico que sólo abandonó momentáneamente.

«Fue para casarme; después regresamos»

Hombre aplicado, por las noches, al salir de la fábrica, limaba conocimientos en una academia. «Hasta que, desilusionado por ver cómo todo aquello por lo que tanto habíamos luchado, la República y la ruptura democrática, se disipaba» en la senda del Sistema, se decidió a impulsar con Francisco Trigueros y en 1977 la legendaria librería ilicitana Ali i Truc (voz del juego de cartas del Sarangollo).

«Pero aunque Elche hervía, estaba limitada, no tenía universidad ni la proyección cultural de Alicante», comenta ahora Linde en su despacho, atalaya al fondo de su negocio con cartografías medievales donde repica el himno de Riego en el móvil. Así que en 1984 abrió 80 Mundos, «librería universal», ínsula cultural en la calle Marvà que sobrevive apasionadamente.

Prestigioso librero, Capitán Ahab en el mar de la competencia insaciable de los macroalmacenes a bordo de su nave de 275 m2 con 60.000 obras acumuladas, su objetivo es «darle voz a los autores locales y primar a los que escriben en valenciano», razón por la que la Generalitat le otorgó en 2004 el premio a la Labor Librera.

Promotor desde 2001 de una intensa programación cultural de invierno, unos 40 actos anuales (presentaciones o conciertos) que congregan a unas 2.000 personas «sin subvenciones», considera «deprimente» que 1.500 librerías tradicionales cerraran en España sólo en 2003 «por la presión de las grandes superficies».

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