En 1906, once pioneros dieron vida a un cuerpo que hoy ya tiene 1.683 efectivos, «que serán 2.000 cuando acabe la legislatura, en 2008», explica Raimundo Aragón, director general de la Inspección de Trabajo. Aunque tradicionalmente la inspección de trabajo ha sido un cuerpo de hombres, el 40% de la actual plantilla son mujeres. «En cinco años habrá igualdad de sexos», afirma Aragón, ya que en las últimas promociones hay tres féminas por cada varón. Una de las últimas en llegar al cuerpo ha sido Silvia Parra, de 31 años. «Llevo aquí desde 2003, y en mi promoción, de los 26 alumnos, sólo siete eran hombres».
Por vocación
Silvia asegura que la mayoría de las opositoras son féminas porque «tenemos mayor voluntad de servicio público y ser funcionara facilita la maternidad», aunque afirma que le encanta su trabajo y que es inspectora por vocación. «Creo en la justicia social y en los derechos de los trabajadores». Silvia reconoce que «sanciona mucho, aunque yo no hago las leyes, sólo las aplico. La lucha de clases se sigue manteniendo. Aunque la mayoría de los empresarios españoles cumplen la ley, lo primero que buscan es el beneficio, no el bienestar de sus trabajadores». Asegura que sólo ha encontrado un poco de machismo en el sector de la construcción. «Hay que dejar claro que la inspectora soy yo».
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