La mayoría de viviendas «fueron derribadas por no invertir sus dueños ni un duro», denuncia Sobrino, ya que «el Ayuntamiento no ha cerrado ningún local».
Con 68 asociados, «prácticamente todos» los activos en la zona, Sobrino apuesta por una reconversión y que haya «un poco de todo», como les proponen desde el Ayuntamiento: una hostelería tranquila, de «hoteles con encanto, bares, restaurantes y tascas de aperitivos que también abran de día».
Tras las insistentes quejas de los vecinos por el excesivo ruido, la Concejalía de Urbanismo está promoviendo su transformación como área diurna de compras y tabernas turísticas de calidad, oferta que complace a los hosteleros.
Han abierto ya una tienda de moda y otra de artículos usados, que anticipan la llegada de una copistería, un horno en la calle Argensola, un gimnasio o una peluquería en el antiguo local de la Junta de Distrito 1 en la plaza del Carmen y un restaurante de calderos en el mismo lugar, donde estuvo el mesón de los Riquelme.
«El puerto nos benefició»
Paradójicamente, la marcha en el puerto «nos benefició», revela Sobrino: «Los últimos cinco años han sido la mejor época económica. Han dado estabilidad al sector y ya podemos prevenir la caja». Ahora, incluso, abren en verano. Dueño del pub Hanoi 27, que aspira convertir en hotel con encanto, hoy comprobará «si hay verdadera ayuda municipal» y puede ser «un éxito» la metamorfosis del barrio.
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