Eduardo Galeano calcula que el "dineral" dado a los bancos llegaría para dar de comer a todos los pobres del mundo

Presentó el miércoles en Ourense su libro 'Los hijos de los días', que este jueves llevará a la Cidade da Cultura en Santiago
Eduardo Galenao En Ourense
Eduardo Galenao En Ourense
EUROPA PRESS
Eduardo Galenao En Ourense

El escritor uruguayo Eduardo Galeano, en relación a la situación económica actual, ha manifestado que el "dineral" que se dio a las entidades bancarias llegaría para dar de comer a todos los pobres del mundo, con postre incluido, hasta la eternidad "pero a nadie se le ocurrió esa idea".

Galeano, que presentó en Ourense su libro 'Los hijos de los días' y donde leyó textos durante hora y media, ha recalado en la capital de as Burgas tras mes y medio de gira por toda España para presentar su último libro, y rematará en la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela este jueves.

En el camerino del auditorio de Ourense manifestó, en declaraciones a Europa Press, estar muy cansado, por lo que su presencia en la ciudad terminó nada más finalizar la lectura de varios capítulos del libro.

La presentación de su obra comenzó con su saludo a un ourensano desconocido para él pero que en una anterior visita esperó hasta el final del acto programado para decirle: "qué difícil debe ser escribir tan sencillo". Galeano agradeció al ciudadano anónimo esa frase tan "generosa y certera" pues reconoció que hasta llegar a la publicación de 'Los hijos de los días', el libro fue escrito once veces, con historias que fueron en principio de 2 ó 3 páginas y luego se quedaron en seis líneas.

Tras unas palabras de agradecimiento del alcalde de la ciudad, Francisco Rodríguez, Galeano comenzó su lectura en el escenario sentado en un butaca y bajo la única luz de una lámpara de pie, ante más de 700 espectadores de diferentes edades. Explicó que el título fue extraído de un dicho maya que le hizo plantearse la creación de un libro en forma de almanaque de año bisiesto, con una historia diferente para cada uno de los 366 días.

En ese libro-calendario desgrana diferentes acontecimientos históricos de América, Europa y África y los analiza en clave satírica para poner en evidencia las contradicciones de los seres humanos, de la sociedad y de los poderes establecidos, como la Iglesia, los "miedos" de comunicación, los bancos y los gobiernos, entre otros.

BOLIVIA

En su recital, Galeano leyó en tono muy pausado el episodio del día 26 de enero, aniversario de la victoria de Evo Morales en las elecciones presidenciales de Bolivia y con esa excusa explicó que hasta ese momento los indios no eran hijos de su país, sino sólo su mano de obra, pues únicamente el 3 por ciento de la población tenía la consideración de ciudadana desde el siglo XIX.

"Ese país, para los periodistas de todo el mundo, era invisible, ingobernable y otros in, pero tras la victoria de Morales, deberían confesar que Bolivia simplemente era para ellos un país invisible pues también había estado ciego de sí mismo durante mucho tiempo", ha interpretado.

También aludió al Vaticano, para recordar que el mismo día que se arrepintió de mandar a la hoguera al clérigo Giordano Bruno, autor del libro que demuestra que el mundo gira alrededor del Sol y no al revés, convirtió en santo a su verdugo Roberto Belarmino.

Hizo alusión, asimismo, a los desplazados para contar que Adán y Eva fueron los primeros seres humanos que tuvieron que emigrar expulsados del paraíso y a la homosexualidad, para recordar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la mantuvo hasta 1990 en su catálogo de enfermedades mentales.

CUMBRES

Galeano explicó el fracaso continuo de las cumbres internacionales con un símil de reunión convocada por un cocinero para todos los alimentos que planea cocinar, seguido de su visión satírica de los expertos internacionales como "personas que nadie llama, entran sin permiso, hacen un trabajo que ya está hecho y quieren cobrar por ello".

El final de su presentación giró en torno a una historia ocurrida en La Rioja, donde una procesión de Semana Santa con una flagelación simulada, provocó los gritos de un niño de poco más de dos años que se dirigió al "flagelado" para pedirle que se defendiese. Galeano concluyó: "era un indignado".

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