Javier Sierra: "El diluvio universal constituye una metáfora perfecta de nuestros días"

  • El escritor y periodista Javier Sierra presenta una nueva edición de su 'bestseller' 'El ángel perdido', con contenido extra.
  • Predice que habrá un gran auge de lo espiritual.
El escritor Javier Sierra.
El escritor Javier Sierra.
Jorge París
El escritor Javier Sierra.

Con afán de investigación, Javier Sierra y el escalador César Pérez de Tudela hicieron una ascensión al monte Ararat (Turquía), de 5.165 metros, donde se supone que se posó el arca de Noé. El diario de este peculiar viaje se ha incluido, a petición del público, en la edición Premium de El ángel perdido (Booket), del que ya ha vendido más de 250.000 ejemplares y del que recibió la semana pasada el Premio Latino International Book Awards 2012 en Nueva York.

¿Cómo fue la experiencia de escalar el Ararat?

Quise demostrar que un escritor no es necesariamente un galápago que está siempre concentrado delante del ordenador o en una biblioteca,  y que escribir un libro de este tipo puede convertirse en una aventura en sí misma.

¿Cómo le llegó la pista de esta novela?

Mi anterior novela trataba sobre Leonardo Da Vinci, que estaba muy obsesionado con el diluvio universal. Así que empecé a investigar más sobre ello. Puesto en un contexto actual, en el que parece que nuestra civilización se desmorona, el diluvio universal es una metáfora perfecta de nuestros días.

¿Cuál es nuestro diluvio actual?

Yo planteo en la novela un desastre tecnológico –que nos quedaramos sin electricidad o redes informáticas– debido a una tormenta solar. Curiosamente en algunas profecías bíblicas se dice que el siguiente fin del mundo vendrá por el fuego, no por el agua.

Nada económico, entonces.

Bueno, hay teorías que hablan de la relación de las manchas solares y la bolsa, pero ahí ya no me meto. Lo que creo que está colapsando es el sistema materialista, y percibo  que va a haber un gran auge de lo espiritual, de lo virtual.

Usted cree que hubo una gran civilización perdida hace 10.000 años, ¿no es así?

Siempre he pensado que antes de nuestra civilización hubo otra. Todas las grandes culturas del mundo, desde la India a los sumerios, pasando por los griegos, tenían el recuerdo vago de la existencia de una edad de oro, en la que el hombre llegó a un grado de desarrollo muy elevado y que desapareció de la noche a la mañana. Quizás estamos repitiendo curso. Y creo que moriré buscando pistas sobre esa cultura madre.

¿Tiene consciencia de cuándo empezó a interesarse por buscar respuestas a los grandes misterios?

Creo que habría que remontarse a mi infancia. Quizás la clave esté en mis orígenes: soy de una ciudad muy pequeña de Teruel, de inviernos muy fríos y oscuros, donde si una mente inquieta quiere sobrevivir tienes que imaginar mucho y saltar a lo desconocido. En Teruel hay muchas leyendas de brujas, aquelarres, fantasmas y eso me impactó mucho.

¿Se ha sentido estigmatizado por sus inquietudes?

Los que nacimos en los 70, pertenecemos a una generación en la que se condenaba la curiosidad. Y en cambio yo he hecho de la curiosidad una bandera. Yo creo que es lo que te mantiene con ilusión, con ganas de moverte. Le da un sentido a la vida.

¿Dónde están sus límites, hasta dónde está dispuesto a creer?

Para mantener la cordura en todos estos temas, tengo como lema una frase del filósofo francés Aimé Michel: "hay que estar abierto a todo, pero no creer nada". Es decir, tienes que tener una actitud curiosa pero no convertir nada en un dogma de fe.

¿Tiene creencias personales?

Creo en Dios, pero mi visión de Dios es como un gran mecanismo del que formamos parte. La naturaleza forma parte de ese mecanismo, y para alcanzar la felicidad y el equilibrio tienes que  ir a favor de esa naturalidad. Eso implica estar atento para sobrevivir, no estar dormido, y el problema que tiene nuestra sociedad es que se ha adormecido. Nos hemos hecho muy cómodos.

¿A qué se refiere?

Tenemos una idea falsa del tiempo, creemos que seremos jóvenes para siempre y que todo permanecerá igual. La naturaleza tiene un ciclo inexorable y hay que alcanzar la felicidad en cada estadio de la vida. Por eso esta cultura está equivocada y al borde del colapso. Pero nos sobrepondremos, de alguna manera. La vida se abre paso.

¿Cree en la casualidad?

Decir que algo ocurre por casualidad es reconocer la ignorancia de las causas por las que suceden las cosas. Todo está organizado. Todo es causal no casual.

¿Cómo compatibiliza la objetividad propia del periodista y su inquietud como escritor?

He llegado a una fórmula: escribo ensayos donde reflejo el fruto de una investigación, y luego están las novelas, donde puedo contestar a las preguntas que he formulado en los libros de no ficción, y que  objetivamente no tienen respuesta. Y también cuando me documento para una novela, lo hago como si hiciera un reportaje: con grabadora, cámara de vídeo, entrevistas, etc.

¿Entrar en la lista de los más vendidos del New York Times marcó un antes y un después para usted?

Fue muy importante, no solo de cara al extranjero, sino también de cara a España. Mis obras comenzaron a ser reconocidas por los críticos y los medios a raíz del éxito internacional. En España hay caminos muy duros. Muchos artistas terminan marchándose fuera a hacer carrera y después regresan para continuar su obra aquí. Aunque no nos lo parezca, este país funciona como un pueblo muy pequeño, todo es muy endogámico.

¿Ha sido más difícil en su caso, teniendo en cuenta que se cuestiona todo y aporta otras miras?

Sí, es particularmente difícil, pero España se está abriendo cada vez más a otra línea de pensamiento, no tan dogmática. El progreso está en cruzar pensamientos. Si hay algo que aborrezco en la vida son los dogmas.

¿Cuál es el mayor enigma de todos los tiempos? La vida. Con todo lo que sabemos de nuestro entorno, del universo, de la genética, de la física de partículas, estamos a oscuras sobre el sentido de la vida, de su origen y su fin. No sabemos muy bien cuál es su mecanismo.

Teniendo en cuenta la gran amistad que le une a Iker Jiménez, no me quiero imaginar sus tertulias de sobremesa.

(risas) Tenemos mucho en común, los dos fuimos niños inquietos. Muchas veces nos hemos lamentado de no habernos conocido a los 10 u 11 años, porque los dos jugábamos a lo mismo, grabábamos nuestros programas de radio en un radiocassette, hacíamos nuestro boletines... Ahora que estamos en una fase más adulta, tenemos muchos intereses comunes, como el arte. Visitamos museos, pasamos vacaciones juntos...

¿No se han planteado hacer un libro juntos? Llegará ese momento, antes o después, pero esto no hay que decirlo en presencia de los editores.

Biografía

Nació en Teruel en 1971. Estudió Periodismo. A los 18 fundó la revista Año Cero. Su libro La Cena Secreta se ha editado en 42 países y ha vendido 3 millones de ejemplares.

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