La acusación asegura que el hostelero de Santillana se "anticipó" a algo que estaba "en su mente"

El hostelero de Santillana insiste en que si no hubiera disparado al ladrón hubieran muerto él y su mujer
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EUROPA PRESS
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El hostelero de Santillana del Mar acusado de matar a un ladrón que en diciembre de 2009 entró de madrugada en su comercio ha insistido en que si no hubiera disparado, tanto él como su mujer estarían "muertos", extremo que ha negado la acusación, que asegura que la "única intención" del fallecido y su compañero, herido, era el robo, con lo que lo que el empresario hizo fue "anticiparse" a unas intenciones que en realidad sólo estaban "en su mente".

Y mientras desde su defensa se ha apelado a la "credibilidad" y "principios" del acusado y el Ministerio Fiscal —que cree que los hechos son homicidio imprudente en lugar de doloso— ha atribuido lo sucedido a un "error", las acusaciones insisten en que el hombre, cazador, "sabía lo que hacía" y por eso les disparó cuando los ladrones estaban "agachados".

En su derecho a la última palabra, Ángel G.O., ha reiterado su inocencia y su "plena" confianza tanto en la Justicia como en el Jurado que deberá decidir sobre si es culpable o no del homicidio que se le imputa.

"Soy inocente", les ha dicho a los miembros del Jurado en la última jornada del juicio que se sigue esta semana en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria. Este viernes el Tribunal votará el veredicto que dictamine si es culpable o no culpable, y será luego la Audiencia la que fije la duración de la pena, si procede.

El empresario ha confesado que le "duele mucho" todo lo sucedido, pero ha precisado, llorando, que "si no me hubiera defendido, estaríamos muertos mi mujer y yo".

El Ministerio Fiscal sostiene que lo que hizo el acusado fue "la única forma" que tenía de responder, ante la creencia, "errónea" de que era atacado, que le llevó a pensar que "en la oscuridad de la noche", el disparo era "la única posibilidad de defenderse".

La acusación particular, ejercida por la viuda de la víctima, cuestiona que no hubiera intención de provocar la muerte, y recuerda que la víctima y su compañero herido estaban "agachados" cuando recibieron los disparos del acusado, del que enfatizan su condición de cazador que "sabe lo que hace".

Para la acusación, lo que hizo el acusado no fue "defenderse", sino "anticiparse" a algo que "estaba en su mente", pues esta parte insiste que de los ladrones asegura que "sólo" se puede probar que su "única intención" era el robo, argumento con el que trata de rebatir la tesis del hostelero, que sostiene que actuó ante el temor por su vida y la de su mujer.

"peligroso precedente"

La otra acusación, la que ejerce el otro ladrón, que resultó herido, ha apelado a la "responsabilidad" del Jurado, al que ha advertido de que pueden sentar un "peligroso precedente", y conseguir que una persona que ha usado un arma y diga que está siendo atacada al final "se vaya de rositas".

En definitiva, defiende que no se puede "mandar a nuestros hijos el mensaje de que el derecho a la propiedad está por encima del derecho a la vida".

Y llama la atención sobre que el empresario no ha mostrado "el más mínimo arrepentimiento" ni ha hecho además de compensar a la viuda, con tres hijos a su cargo, por el fallecimiento de su marido.

También incide en el hecho de que el empresario no tenía la alarma antirrobos conectada, sino que colocó un paragüero, para que hiciera ruido y sorprender a quien entrara en el comercio, dado que estaba "harto" de los continuos robos.

La defensa ha apelado al "valor" y los "principios" del hostelero, así como a su "credibilidad" frente a lo de los ladrones, y ha lamentado la "indefensión y soledad" de los hosteleros.

"No acepta su responsabilidad porque criminalmente no la tiene", ha afirmado indignado su abogado, quien ha afirmado que en una situación como está, en la que todo sucede en "cuestión de segundos", "si no te adelantas tú, se adelanta el que viene".

Esta parte afirma que fue la reacción de los ladrones al grito del empresario de "alto o disparo", yendo hacia él, en esta versión, la que provocó, a su vez, la reacción de defensa del acusado.

"No es una cacería donde les disparó como conejos", ha aseverado, añadiendo que, al contrario, fue una respuesta ante la "agresión ilegítima" del robo, en la que vio "peligro de muerte", para él y para su mujer.

Ante esto, tuvo la reacción "normal" y "muy humana" del miedo, que se manifestó incluso en "miedo fisiológico".

Es lo que se conoce jurídicamente como un "error invencible", el que comete un hombre en una situación que le "desborda", de la que "no puede escapar.

PENAS

El Ministerio Público considera los hechos dos delitos de lesiones en concurso ideal con un delito de homicidio imprudente. Además, cree que concurre la atenuante de arrepentimiento espontáneo -el hombre llamó al 112 para contar lo sucedido- y la eximente incompleta de legítima defensa.

Por ello, la petición de condena del Fiscal es de año y medio de prisión, así como una indemnización de 60.000 euros a la viuda del fallecido.

La acusación particular que ejerce la mujer del fallecido considera, sin embargo, que los hechos constituyen dos delitos de homicidio, uno intentado y otro consumado, por lo que reclama una condena de trece años de cárcel y 107.000 euros de indemnización.

Por último, la defensa del acusado solicita la libre absolución pues cree que concurren las eximentes de legítima defensa y miedo insuperable.

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