La saturación de la prisión ha llegado a tal extremo que se han tenido que trasladar internos del módulo 15, el de aislamiento, donde se encuentran los reclusos más peligrosos, al módulo de ingresos «donde hay menos medidas de seguridad y menos dotación de personal», asegura Pedro Pozuelo, miembro del sindicato. Además, el excesivo número de presos tiene otros efectos secundarios, como son el aumento de roces y peleas entre los propios internos.
En la cárcel de Córdoba trabajan 480 funcionarios entre educadores, asistentes sociales, administrativos y vigilantes. Y son estos últimos los más afectados de que no se haya ampliado la plantilla desde que se inauguró el centro penitenciario, hace ahora cuatro años.
«Una sola persona se encarga de un módulo de más de 130 internos y tienen que doblar turnos para poder coger vacaciones», señalan desde CSI-CSIF. Y es que, entre sus funciones, están la de supervisión del patio, el reparto de comida o de metadona.
Como soluciones, el sindicato de funcionarios pide el traslado de internos a otras prisiones de la región menos saturadas y que no se admitan nuevos reclusos hasta que no se palíe la sobrecarga de las celdas o hasta que se amplíe la plantilla.
63.971 presos en España
La saturación de la cárcel de Córdoba no es un caso aislado en el país. Según CSI-CSIF, hasta 28 prisiones del Estado están por encima de su capacidad, en algunos casos con el doble de internos que los que puede acoger. En España había hasta el 14 de julio 63.971 personas privadas de libertad, y en Andalucía más de 13.000 (el 20%). La mayoría de los que están entre rejas están culpados de delitos contra la propiedad, contra el patrimonio y contra la salud pública (tráfico de drogas).
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