«En Brasil se come más»

Lo dice Suzana, una brasileña de 20 años que ha venido a Valencia a aprender fotografía y que planea regresar a su país en cuanto termine los estudios
Suzana es brasileña, lleva año y medio en Valencia y prevé quedarse hasta que termine los estudios de fotografía que vino a cursar. Calcula que puede tardar otro año y medio. «Antes estudiaba veterinaria y ahora fotografía. Vine porque un curso de aquí es más válido para regresar a mi país y encontrar trabajo», explica la joven, que tiene 20 años.

La ciudad de Valencia, a su juicio, guarda bastantes similitudes con la suya, Curitiba (capital del Estado de Paraná, en la región sur de Brasil): «Son parecidas en limpieza y las dos son bonitas y turísticas».

Ahora bien, también hay diferencias, por ejemplo, en las playas: «Allí son más lindas, más naturales, aunque también las hay contaminadas», comenta.

Por lo que respecta a las personas, «los valencianos son muy educados y fiesteros. ¡Demasiado! Aquí son más lanzadas ellas que ellos, a diferencia de lo que pasa en Brasil», explica Suzana. De otro lado, prosigue, «allí siempre están juntos los amigos y la familia».

Las costumbres también difieren en algunos puntos: «Allí se come más, mucha carne. Además, no se toma primer plato y segundo, sino que se come todo junto».

Adaptación

Suzana ha conseguido integrarse en la sociedad valenciana a todos los niveles.

Llegó sin saber nada de español y ahora se defiende: «Al principio era un desastre. No sabía hablar, pero en dos o tres meses me cogí. Las compañeras de la cafetería me ayudaron». Precisamente es esa cafetería la que le reporta el dinero suficiente para costearse su estancia en Valencia y los estudios.

Dar con ella tampoco le costó demasiado: «Encontré el trabajo durante mi primer mes aquí», recuerda.

Gracias al empleo se ha podido incluso independizar: «Antes vivía con otras chicas en un piso y hablábamos portugués. Ahora casi no practico mi idioma porque vivo sola, lo que me está resultando bastante difícil».

Con todo, lo más doloroso de haber tenido que salir de su país es la nostalgia: «Extraño a la familia», lamenta. Para mitigar la tristeza, prevé regresar en vacaciones: «En realidad, de Brasil, lo echo todo de menos», se sincera

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