El pop británico se desmelena sobre un tablao flamenco

  • La 'Beefeater London Sessions' reunieron en Madrid a tres de los nombres emergentes más importantes de Gran Bretaña.
  • Emeli Sandé, Buxter Dury y The Kooks sustituyeron, durante una jornada, el cante jondo y las palmas en un tablao flamenco de la capital.
Emeli Sandé durante su actuación en la 'Beefeater London Sessions', en Madrid.
Emeli Sandé durante su actuación en la 'Beefeater London Sessions', en Madrid.
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Emeli Sandé durante su actuación en la 'Beefeater London Sessions', en Madrid.

Quizá tuvo que ver, o no. El caso es que tres nombres británicos invadieron en la noche del martes un conocido tablao flamenco madrileño, el registrado como Corral de la Pacheca, y poco después llegaron las lluvias y los impermeables interrumpiendo la falsa primavera que había sepultado hasta entonces el invierno en la capital. Y, entonces, un público lleno de patillas, flequillos ondulados por la humedad y camisetas oscuras ocupó ese rincón habitualmente reservado para los apodos y las soleás.

En vez de vino, la barra comenzó a dispensar gintonic –en honor de la marca patrocinadora de la noche-. Y la catedral del arte flamenco, como le gusta ser denominada a esa sala amplia, atractiva, de dos pisos, sustituyó la guitarra española y las palmas por acordes eléctricos, pegadizos, "pujantes en Gran Bretaña" según los medios, y difíciles de pronunciar.

El primero en mostrar el arte de las islas fue Baxter Dury. El hijo de Ian Dury, aquel punk que proclamaba con garbo los beneficios del sexo, las drogas y el rock and roll en Sex and drugs and rock and roll, es un crooner innovador y elegante, más cercano a los dictados de cantautores como Leonard Cohen, Brian Eno y a la psicodelia de autor, que a los que un día predicó su progenitor. O, tal vez, solo en apariencia.

Ataviado con sofisticado traje mod y un rostro rubicundo similar al de Tintín pero también al del actor Simon Baker en la serie El Mentalista, algo que le valió la atención de las féminas tras el concierto, ese cantante menudo se arrancó con algunos de los temas más destacados de su último LP. Por allí desfilaron composiciones brillantes como Isabel o, especialmente, Claire, pronunciadas con su voz herida y afónica, aunque no tanto como en sus videoclips, como si quisiera reservar lo mejor para el próximo concierto que, anunció, dará pronto en España.

Por su parte, Emeli Sandé disfrutó del aplauso sincero del público aún antes de que entonara una sola nota gracias a la brillantez de temas ya conocidos como Heaven o Next to me. En directo, sorprende la rotundidez de su voz, casi perfecta, como destinada a ganar un concurso de jóvenes talentos. Aunque muchas de sus canciones se alejan de la audacia de Heaven y profundicen en terrenos más trillados, entre el soul y las baladas de pop románticas, encandiló con su sonido poderoso, su cercanía y su potencial.

The Kooks ejercieron de cabezas de cartel. Los de Brighton ya habían llenado la sala Riviera de Madrid en el pasado noviembre de Madrid, por lo que la expectación no les pillaba de sorpresa. Como suele ocurrir cuando alguien capitanea el programa, fueron, en cuanto sonido y bullicio, los más floridos. Agitaron sus rizos y presumieron de maestría a la guitarra. Quizá no brillaron por originalidad musical –sus acordes no andan tan alejados a los de otros muchos grupos como The Strokes, Arctic Monkeys y The Libertines-, pero en cuanto a energía, ganaron la partida.

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