Los universitarios encerrados en la UB se organizan en cinco comisiones al modo del 15-M

  • Han decidido continuar con el encierro pese a la orden de desalojo.
  • Los alumnos crean comisiones de cocina, poesía, contenidos, logística y difusión.
  • Niegan que hayan hecho pintadas o roto puertas en el edificio histórico.
  • Varios profesores que apoyan el encierro han dado clase en el vestíbulo principal.
Laia, Teresa, Joan, Daniel y Miquel, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, son algunos de los estudiantes encerrados en la UB.
Laia, Teresa, Joan, Daniel y Miquel, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, son algunos de los estudiantes encerrados en la UB.
María Salgado
Laia, Teresa, Joan, Daniel y Miquel, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, son algunos de los estudiantes encerrados en la UB.

No tienen miedo ni plan ni protocolo ante un posible carga de los Mossos d'Esquadra para desalojarlos del vestíbulo principal de la Universitat de Barcelona (UB), que ocupan desde el miércoles por la noche, como ha pedido el rectorado a la Conselleria de Interior.

Teresa, Joan, Laia, Daniel y Miquel son cinco de las decenas de estudiantes que se han instalado con sus sacos de dormir, mochilas y cacerolas entre los muros de piedra del edificio histórico. Apenas tienen 20 años, pero sostienen que ocupar un lugar tan simbólico les ayudará a presionar al rector y a tener más repercusión en los medios.

Teniendo como ejemplo el movimiento del 15-M, no es difícil organizarse. Este jueves han creado cinco comisiones: cocina, poesía, contenidos, logística y difusión. La primera es la más visible, por motivos de necesidad. En una esquina se amontonan garrafas de agua, leche, patatas, alcachofas, pepinos, leche, ollas, un camping gas...

En una mesa, varios chavales preparan sandwiches y los reparten entre los asistentes a la asamblea de mediodía, en la que se ha decidido mantener el encierro. Uno de ellos es Teresa, que estudia Historia del Arte, pero colabora como pinche espontánea para ayudar en el encierro y "defender una educación libre, pública y de calidad", explica.

Teresa presume de que una empresa les ha regalado varios sacos de pan ecológico y que han ido al mercado de la Boquería a pedir alimentos. "Soy estudiante y todo esto me afecta. Si no luchamos ahora contra estos recortes e imposiciones, pueden incluso empeorar", explica. Esta noche tendrán mucho trabajo en la comisión de cocina porque a las 21.00 horas harán una cena popular, justo antes de la asamblea. "Cocinaremos lo que haya, verduras, que es muy sano", bromea su compañero Joan.

Profesores en el encierro

De hecho, se prevé que crezca el número de participantes en la asamblea y el encierro de esta noche. "Ayer la ocupación nos pilló desprevenidos. Había gente sin saco. Hoy será mucho mayor, quizás el doble", calcula Miquel, un alumno de Teoría de la Literatura, que lleva unas gafas con una patilla rota como consecuencia de la manifestación del miércoles.

"Muchos profesores apoyan este encierro y algunos, unos cuatro, no tienen miedo a demostrarlo y han venido a dar sus clases al vestíbulo, aquí mismo. Hemos participado unos 400 alumnos", asegura.

Miquel es uno de los cien universitarios que ya han pernoctado en el edificio y denuncia que la noche del miércoles les "cerraron las puertas que dan acceso a los lavabos" y tuvieron que ir a varios bares. De madrugada, algunos alumnos leían, otros estudiaban, tocaban la guitarra o se reunían en pequeñas asambleas, explica. "Luego, para dormir, subimos esas escaleras, donde hay un sitio mucho más tranquilo", afirma.

Colchones, cartones, un radiador y sacos de dormir se reparten por la estancia, adornada con pancartas reinvindicativas. Si luchas puedes perder, sino no luchas estás perdido, No podrán acabar con nuestos ideales y Estudiar es un derecho no un privilegio son algunos de los lemas que cuelgan de las paredes, mientras un grupo de chicas sentadas en el suelo elabora nuevos carteles con pintura roja.

La carga, "un riesgo asumido"

"La ocupación no debe ser la única iniciativa, pero sí es necesaria", cree Laia, otra estudiante de Literatura. Rubia, pequeña y de aspecto frágil, asegura que no tiene miedo a una posible carga aunque es consciente de que "puede ocurrir en cualquier momento. Es un riesgo que tenemos asumido", explica.

Los concentrados "no quieren generar pánico" y no han hablado sobre la reacción a una hipotética carga o intervención policial. "No tenemos ningún plan, vamos a improvisar. Si nos desalojan, no nos vamos a rendir", dice Daniel, que cursa estudios literarios. "Decidí participar en la ocupación porque no quiero que privaticen la universidad pública, porque hay profesores asociados que cobran unos 200 o 300 euros, porque cada vez hay menos calidad de la enseñanza, porque han aumentado las tasas, porque las decisiones quedarán en manos de empresas privadas, Me quedaré hasta el final", explica Daniel, que insiste en que apunte todos sus motivos.

Además, explica que es falso que hayan causado daños al patrimonio histórico del edificio. "No hemos roto nada. Sólo hay una pintada en esa pared blanca y no la hecho ningún estudiante", señala tras denunciar que el rector no ha intentado dialogar con ellos, como dijo a los medios.

"Máxima cautela"

Por su parte, el director de los Mossos, Manel Prat, ha anunciado que la policía catalana intentará negociar con los estudiantes antes de proceder al desalojo para evitar males mayores. Ahora que el rector ha dado permiso para que intervengan, solo depende de la Policía arbitrar los mecanismos para que el edificio recupere la normalidad.

"Primero buscaremos la intermediación y la interlocución con los ocupantes para ver cómo podemos buscar una solución alternativa al conflicto de intereses que se ha generado", ha señalado Prat, que ha subrayado que los Mossos actuarán con "las máximas cautelas".

Madrid abandona

Los universitarios de Madrid han celebrado una concentración en la Ciudad Universitaria, en solidaridad con los doce detenidos en Barcelona, y para el 29 de marzo, llevarán a cabo una jornada estatal de protesta. A primera hora, el grupo que permanecía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense abandonó su encierro.

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