El presidente de Timor Oriental declara el estado de emergencia nacional para acabar con la anarquía que vive el país

El presidente de Timor Oriental, Xanana Gusmao, declaró el martes el estado de emergencia nacional y asumió poderes especiales para tratar de sacar al país del caos y restablecer la normalidad.  
Una familia timorense sobre una motocicleta pasa por delante de una casa ardiendo en Dili, Timor Oriental. (Foto: Efe)
Una familia timorense sobre una motocicleta pasa por delante de una casa ardiendo en Dili, Timor Oriental. (Foto: Efe)
EFE/Antonio Dasiparu
Una familia timorense sobre una motocicleta pasa por delante de una casa ardiendo en Dili, Timor Oriental. (Foto: Efe)
Según la cadena australiana ABC, Gusmao asume el control de los cuerpos de seguridad del Estado: las Fuerzas Armadas y la Policía, dos cuerpos que han protagonizado
cruentos enfrentamientos en los días pasados.

El mandatario timorés indicó que el estado de emergencia nacional tendrá una vigencia de 30 días que, dependiendo de la situación, se podría prorrogar.

Gusmao aclaró que la decisión, adoptada después de dos días de sesiones del Consejo de Estado de Timor Oriental, se alcanzó con la colaboración del primer ministro del país, Mari Alkatiri, quien ahora verá recortadas sus atribuciones.

Alkatiri, un musulmán en una nación mayoritariamente católica, está visto por los analistas como uno de los responsables de la crisis en Timor Oriental.

Dili

La violencia y los saqueos siguieron hoy en Dili a pesar de la presencia de tropas extranjeras.

En las cercanías del aeropuerto de Dili se produjeron enfrentamientos entre bandas de personas del este y del oeste del país, que quemaron casas y saquearon tiendas mientras pedían la dimisión de Alkatiri.

Según la agencia de noticias australiana, AAP, las fuerzas australianas actuaron de inmediato, redujeron a los miembros de las dos bandas y los desarmaron.

Horas después, la oficina del Fiscal General de Timor Oriental fue saqueada, sin que se sepa el daño exacto causado a las pruebas que se guardan de la matanza orquestada por las milicias proindonesias en complicidad con el Ejército en 1999, cuando el país optó por la independencia en un referéndum.

La oficina es un símbolo de la tragedia que arrastra Timor y que, siete años después de la consulta, continúa impidiendo la convivencia entre los timorenses del oeste, a quienes se ve como partidarios de la anexión a Indonesia, y los del este, considerados como los promotores de la independencia.

El despido de 591 militares en marzo que protagonizaban una protesta laboral está considerado el detonante de la actual situación.

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