El Centro de Inserción Social se convierte en centro de respeto donde cada penado tiene una responsabilidad

El Centro de Inserción Social (CIS) de Málaga es considerado desde el pasado mes de octubre módulo de respeto, lo que supone que cada penado que se encuentra en tercer grado penitenciario "se responsabiliza mucho más" de las instalaciones en las que reside, adoptando "un rol" para el mejor funcionamiento del centro, según ha explicado el director del mismo, José Antonio Matamoros.
El Centro De Inserción Social De Málaga
El Centro De Inserción Social De Málaga
EUROPA PRESS/ARCHIVO
El Centro De Inserción Social De Málaga

El Centro de Inserción Social (CIS) de Málaga es considerado desde el pasado mes de octubre módulo de respeto, lo que supone que cada penado que se encuentra en tercer grado penitenciario "se responsabiliza mucho más" de las instalaciones en las que reside, adoptando "un rol" para el mejor funcionamiento del centro, según ha explicado el director del mismo, José Antonio Matamoros.

"Lo que se busca con los módulos de respeto es favorecer la autoresponsabilidad y la autonomía y que aprendan que ese espacio en el que ellos van a estar se encuentre en las mejores condiciones posibles, por el bien de ellos y de todos. Ellos son gestores de sus progresos, porque en la medida que ellos se implican de forma más activa, se van consiguiendo resultados más positivo", ha explicado.

Así, en el CIS de Málaga se han creado grupos de tareas, que se encargan del mantenimiento de las instalaciones. Además, también hay comisiones, como la de acogida, dedicada a explicar a los nuevos residentes cómo es el funcionamiento del centro; y la encargada de fiestas y actividades que se llevan a cabo dentro, según ha explicado Matamoros.

Asimismo, ha apuntado, en declaraciones a Europa Press, que también existe una comisión de resolución de conflictos "para que los solucionen entre ellos antes de recurrir a los funcionarios", y que se va a crear una nueva, la de agentes de salud, "que se van a encargar de ver si hay residentes con síntomas depresivos, de ansiedad o de consumo de drogas".

"Cada persona tiene como un rol", ha indicado el director del centro, quien ha reconocido que "es complejo crear un centro de respeto en un CIS porque la gente tiene mucha más movilidad y la filosofía es que salgan del centro a la calle". Por esto, ha señalado que la aplicación "no es cien por cien" en comparación con los centros penitenciarios.

Matamoros ha dicho que la idea es darle una filosofía "más de convivencia" y ha considerado que el aspecto positivo es que "las personas residentes adoptan un papel mucho más activo que en un tercer grado convencional". En este punto, ha explicado que cuando los internos llegan al tercer grado, "se relajan un poco y ahora se han hecho unas normas sobre el cuidado de las instalaciones".

"Se pretende romper esa idea de que al estar en tercer grado, no tengo que hacer nada, sino esperar la libertad condicional", ha incidido, al tiempo que ha reiterado que "ahora descubren que tienen que seguir esforzándose y trabajando si quieren conseguir determinadas cosas". "Se busca sobre todo que la persona sea activa y participativa", ha concluído.

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