«En Japon acatan las órdenes como si fueran sugerencias»

Jaizki Mendizabal trabaja en armonía, sin ver malas caras, sin quejas, sin ningún no por respuesta.
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Entre gente receptiva y con ánimo de ayudar al prójimo. Aunque para eso ha tenido que irse hasta Japón.

No tiene problemas de comunicación; se entiende en euskera, castellano, inglés, alemán y japonés. A principios de septiembre llegó al país nipón gracias a la beca Vulcanus in Japan. Es ingeniero y fue elegido, junto con otros 30 compañeros, entre 950 candidatos de la Unión Europea.

En el país nipón  pasó los primeros cuatro meses aprendiendo el idioma, y ahora está integrado en un grupo de trabajo en la empresa Sanyo. «Aquí cada uno acata las órdenes, pero de una manera indirecta, como si fueran sugerencias. Cada uno acepta su posición», explica.

Acumula un currículo extenso a sus 28 años. Tras terminar los estudios en la Escuela de Ingenieros, en San Sebastián, estuvo dos años en Alemania, colaborando en el desarrollo del Standard MP3, hoy conocido gracias a Internet. En 2002 volvió a Donostia, al Centro de Investigaciones Técnicas de Guipúzcoa, y trabajó en su tesis, relacionada con los sistemas de navegación GPS y  Galileo.

Con esta experiencia se ve capaz de adaptarse a la vida diaria de Japón, aunque con matices. «Ahora estoy en una zona rural, y es difícil, pero en un lugar cosmopolita como Tokio no debería tener ningún problema», intuí, aunque algunas de las costumbre japonesas le sorprenden: «El lugar que cada uno ocupa en la sociedad japonesa está muy definido. El idioma tiene varios niveles de respeto para dirigirse al prójimo y está muy extendida la costumbre de intercambiar tarjetas de visita para conocer la posición del otro». Así que, aunque en Euskadi hay menos trabajo, no duda que regresará. «Espero ofertas», anuncia con esperanza.

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