Uno se planta en la parada de Pi y Margall con el tiempo justo, levanta la cabeza y averigua que sólo le quedan nueve minutos de espera. ¿Para qué? Eso ya es otra historia.
Quedan nueve minutos... ¿para qué?
Los paneles de Vitrasa son muy útiles, pero cuando se funden son un pozo de ansiedad.
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