Psiquiatras definen al acusado de La Corredoria como "un psicótico crónico" que "disimula lo que hizo"

Médicos psiquiatras han definido este jueves al acusado de acuchillar mortalmente en febrero de 2010 a su esposa en su domicilio de La Corredoria, como "un psicótico crónico" que "disimula lo que hizo" para tratar de encubrir el crimen a los demás e incluso a si mismo.

Médicos psiquiatras han definido este jueves al acusado de acuchillar mortalmente en febrero de 2010 a su esposa en su domicilio de La Corredoria, como "un psicótico crónico" que "disimula lo que hizo" para tratar de encubrir el crimen a los demás e incluso a si mismo.

En la cuarta sesión del juicio con jurado que se celebra en la Audiencia Provincial de Oviedo, los doctores han disentido de los psicólogos que testificaron este miércoles al determinar que el acusado "no simula ninguna enfermedad", sino que sufre un "trastorno psicótico grave y crónico" por el que combina tristeza con ideas delirantes de la realidad, que le han llevado a pelearse a lo largo de su vida "con media humanidad".

Además, han indicado que, como el propio acusado refiere, los paranoides suelen mejorar mucho en la cárcel, al tratarse de un sitio cerrado que les aporta seguridad y donde suelen seguir correctamente el tratamiento médico.

En cuanto a lo ocurrido en el momento de los hechos, los dos primeros peritos han sugerido que el procesado pudo atravesar por un "estado crepuscular", asociado no a una pérdida, pero sí a "un estrechamiento de la conciencia".

"no quiere ver lo ocurrido"

Durante su testimonio, uno de ellos ha descartado no obstante el brote psicótico que alega la defensa puesto que, de ser así, y tras haber escuchado múltiples veces lo ocurrido, podría hablar de ello. "Él mismo no quiere ver lo ocurrido, ni que lo vean los demás", han opinado.

Por su parte, el psiquiatra que le pasaba consulta cada dos meses en el Centro de Salud de Teatinos ha dicho que el acusado sufre una "psicosis esquizofrénica crónica y grave" que le provoca "alteraciones en la percepción de la realidad". Además, a preguntas de la defensa, ha reconocido que las tres muertes familiares que vivió en un corto espacio de tiempo pudieron generarle un estrés susceptible de producir "descompensaciones", agravadas también por el consumo de varias cervezas el día del crimen.

El médico, que ha recordado que el supuesto homicida sí refería síntomas evidentes de descompensación psicótica en el momento del ingreso en la Unidad de Psiquiatría del HUCA, ha admitido, sin embargo, que el acusado es consciente de sus hechos y capaz de desarrollar "estrategias" mentales que le ayuden a compensar la acción.

Junto a ellos, una vecina y amiga de la víctima ha explicado que él la llamaba por teléfono "cada diez o quince minutos" y la vigilaba por la ventana cuando se reunía con sus amigas en un centro social del barrio.

En la vista han prestado declaración también dos policías nacionales que han recordado lo sucedido el día del crimen y han concluido que el lugar donde fue recuperado el cuchillo homicida, en el interior de un armario y debajo de la ropa, determina que "existió ánimo de ocultación". El juicio concluirá mañana con las conclusiones de las partes y el jurado dictará veredicto el próximo lunes.

Los hechos

Según el escrito de acusación de la Fiscalía, el 27 de febrero de 2010 la pareja estaba sola en el domicilio familiar, cuando el hombre, "decidido a matar a Isabel", cogió un cuchillo robusto y dentado de 19 centímetros de longitud y 3,5 centímetros de anchura y se lo clavó varias veces.

Las primeras lesiones que le provocó eran de por sí mortales y, sin embargo, continuó clavándole el cuchillo cuando la mujer aún estaba viva y consciente, en el cráneo, la cara y el cuello. Cuando la mujer sufrió la agresión estaba en el sofá, desprevenida, y "no tuvo posibilidad real de defensa". El acusado, natural de Galicia, fue detenido como presunto autor de un delito de homicidio.

El hombre presenta varios antecedentes de ingresos psiquiátricos pero, pese al historial, la Fiscalía sostiene que en el momento de realizar los hechos "era plenamente consciente y dueño de sus actos" y "no tenía mermadas sus facultades cognitivas ni volitivas". La defensa por su parte, considera que su enfermedad mental le exime de cualquier responsabilidad de tipo penal.

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