Científicamente la culpa la tiene un hongo que medra entre las paredes y devora los colores, pero el 'Fusariun solani' -he aquí el nombre en latín del cáncer- no hubiera prosperado sin la mediación del hombre contemporáneo.
Las cuevas de Lascaux, descubiertas accidentalmente en 1940, se habían resentido gravemente de las visitas y de la polución a mediados de los 60, cuando André Malraux, ministro de Cultura, decidió clausurarlas.Sin embargo, la instalación de
La versión más aceptada a la hora de explicar la llegada del hongo a las cuevas, apunta a que el 'Fusariun solani' se introdujo en las botas de uno de los empleados que instalaron la maquinaria del sistema de acobndicionamiento.
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