Se supone que los negocios funcionan y que la situación financiera de los ciudadanos es cada día más boyante. Pero esas mejoras macroeconómicas no tienen una traducción efectiva en la mejora de la calidad de vida de muchos ciudadanos. De hecho, la incorporación al mercado laboral de los dos troncos del núcleo familiar se traduce a menudo en serias dificultades para conciliar la vida profesional y las responsabilidades en el hogar y con los hijos. El resultado es que las mujeres aragonesas a duras penas se deciden a ser madres. Aunque esto ocurre desde hace tiempo y la población envejece de forma irremediable, parece que el problema no va con las autoridades aragonesas, quienes no han habilitado iniciativa ninguna, ni económica ni de otro tipo, para propiciar un mayor bienestar a las familias. Hasta la anterior consejera de Familia dijo que dejaba el cargo porque no lo podía compatibilizar con su maternidad...
Familia abandonada
Desde el Gobierno de Aragón se presume con cierta asiduidad de lo bien que va nuestra economía.
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