Están ustedes invitados

Al final, todas aquellas promesas de sacarle brillo a las parroquias de Vigo parece que se ha quedado en un quiero y no puedo.
Cuando uno ya empezaba a imaginarse su barrio, tan lindo y de estreno, con amplias y lustrosas aceras, carreteras asfaltadas y alcantarillas en condiciones... pasó lo que aquí, por norma no escrita, siempre pasa. Cinco horas de pleno, con más de 20 grados en el exterior, hacen que la gente se tense, las neuronas se calienten y los políticos pierdan el norte ( y, a ratos, incluso el sur, las maneras y el sentido común).Entonces es cuando todo vale y nada importa, cuando arreglar una calle o acondicionar una nueva zona de aparcamientos no es más que un arma para amenazar al contrario. Algo así como una forma de decir «aquí estoy yo, porque yo lo valgo» y, al que no le guste que no vote. Sin embargo, un consejo: los que quieran ganar las elecciones y hacer ciudad, primero que la conozcan. Están todos invitados.
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