A falta de los últimos remates, ya se puede apreciar la imagen de la torre forrada de madera de la belena de San Cernin, una actuación complementaria a la rehabilitación de todo un edificio (el de la calle San Saturnino 22) que contribuye, además, a la mejora de la imagen urbana del 'pasaje interior', cuya primera fase se culminó en 2008.

Esta obra es la continuación de los trabajos de recuperación de la belena acometidos por el Ayuntamiento, que precisaba una segunda fase de intervenciones en las fachadas de los edificios privados adyacentes, para lo que se necesitaba la voluntad concurrente de las comunidades de vecinos afectadas, según ha informado el Ayuntamiento.

Precisamente ese ha sido el proceso seguido en San Saturnino, 22, cuya comunidad de propietarios firmó en noviembre de 2010 un acuerdo con el Consistorio para recibir, además de las ayudas comunes de rehabilitación para este tipo de edificio, 91.085 euros como apoyo económico al 'embellecimiento singular de la torre' que se aprecia al fondo de la belena. Esta parte de la actuación ha corrido a cargo del Ayuntamiento íntegramente.

La belena de San Cernin, de propiedad municipal, es una calleja interior de la manzana que, como el resto de belenas de la ciudad, en un principio funcionaba como vial de servicio garantizando el acceso a talleres, almacenes o estancias secundarias de los edificios residenciales.

Una torre '

Al modo de otras medievales'

La torre forma parte del edificio con acceso desde la calle San saturnino, nº 22, y conforma su fachada trasera, que recae en la belena. El edificio, protegido en grado III por el Catalogo del Plan Municipal, consta de sótano (dependencia de la sociedad Napardi), planta baja destinada a local comercial y 4 plantas elevadas destinadas a viviendas.

En la intervención de 2008, se actuó sobre la base de los edificios de toda la belena (los portales del 14 al 22 de la calle San Saturnino; traseras de los números 2 al 6 de la calle Jarauta, y traseras de los números 19 al 27 bis de la calle Santo Domingo). En aquel momento se excavó el espacio interior para mostrar el lienzo de muralla que constituía también la base de la torre medieval. Se dejaron al aire 8 metros de piedra (desde lo excavado hasta el enfoscado) y aparecieron entonces siete arcos medievales en la zona izquierda de la belena.

La actuación por convenio ha sido pues sobre la parte de la torre que se eleva por encima de la cota de piedra, que coincide con una columna vertical de dormitorios de las viviendas del edificio. Sobre los muros de esa parte del edificio, se ha hecho un recubrimiento de madera laminada con tratamiento de resinas para facilitar su mantenimiento.

Las fachadas de madera tienen un sistema de correderas para permitir la entrada de luz y la ventilación de los dormitorios. En el ángulo conformado por la torre con la fachada contigua, se ha sustituido el volumen triangular añadido con anterioridad al edificio, por losas de balcón, más ligeras.

La imagen final, diseñada por los arquitectos Daniel Fernández León e Idoia Uriarte Martínez, está inspirada en otras torres de las montañas navarras de origen medieval y gótico, en las que predominan los mismos materiales naturales (piedra y madera).