El camaleónico actor que quiso llamarse Alicante

Policía municipal, defensor de la identidad local, batallador por el valenciano, a los 82 años aún prepara seis sainetes.
Rayo láser de la memoria local, Andreu Cremades Moll (La Muntanyeta, carrer del Molí, 1924), amaba tanto a su ciudad que, en 1993 quiso llamarse Alicante («que no pudo ser por ser nombre de mujer»), sintetizándose en Alí, o Alí Andreu, por una leyenda árabe.

Ácido puro, autor y actor teatral, su auténtica pasión, se formó en la escuela del valioso artista alicantino e ilustre foguerer Paco Hernández, criándose en varios grupos de comedias nativas, como el de Evarist García y Agustí Segura. Saineter, «modest, però nostre», en valenciano o bilingüe, sigue siendo un brioso activista por el uso normal «de la lengua de mis padres».

Boletín oficial de los recuerdos, protector de edificios históricos, señas de identidad y piedras excepcionales, su familia fue republicana. Tanto su madre «que es va morir sense saber parlar castellà», como su padre, de Santa Cruz y asalariado en la estación de Murcia. En el comedor de casa había un cuadro de Azaña y de los militares Fermín Galán y García Hernández, «los mártires de Jaca».

Carpintero al principio del Taller Confederal y de Madera Industrial, desguazó trenes antes de ser obrero ferroviario en Sant Andreu, Barcelona. Luego, por oposición, se hizo «guardia de la porra» o municipal, pasándolo «bastante mal, sobre todo cuando me obligaban a actuar contra los pobres que pedían limosna».

Más tarde pasó al archivo y a Central Radio, la primera conexión con la Policía Local, hasta acabar en el depósito de vehículos, «diez años castigado». Afiliado al Partido Comunista tan sólo legalizarse, el fútbol nunca le gustó, aunque su padre fue presidente del Alicante CF.

Foguerer crítico

Estudiante de solfeo a los 40 años y compositor de pasodobles, es letrista de la Sociedad General de Autores. Defensor en los años 60 del traje de labradora para las bellezas alicantinas, frente al de novia, «un invento sin tradición histórica», animó la foguera Pío XII y Francisco Franco-La Paz, que nombró cargos de honor a la duquesa de Alba y Franco. Recibidos en El Pardo, él no estrechó «la mano de quien firmó tantas sentencias de muerte».

Alicantino íntegro, con «seis comedias por terminar» (suyos son los sainetes, representados, Abú-Alí-Bú, El juí de Marieta, La Parrana, Pare Nostre Senyor, La  boja de Benimàmpol o Amor Diví), reivindica bravamente una calle para el pintor Lorenzo Aguirre, muerto a garrote vil en 1942, «el creador de les Fogueres».

Ballador en activo, elegante perpetuo, aún actúa. En Fogueres desfilará «con un traje eléctrico» de Pepe Botella en las filas de Séneca, «y luego, a mi aire». De momento, se alza a las 6.30 del alba, los lunes repasa el Archivo Municipal y pasea a su perro, Salam.

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