En el festival Dcode la hierba se pisa y se disfruta

  • La primera jornada del festival madrileño reunió a 11.000 asistentes en torno a un cartel capitaneado por My Chemical Romance, Eels o Lori Meyers.
  • Lo mejor, el recinto. Lo peor, la falta de puestos de comida.
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El público del Dcode combate el calor de las primeras horas de la tarde con una manguera.
El público del Dcode combate el calor de las primeras horas de la tarde con una manguera.
Efe
El público del Dcode combate el calor de las primeras horas de la tarde con una manguera.

La primera jornada del Dcode, esa cita musical que trata de devolver a Madrid al mapa festivalero, reunió anoche a 11.000 personas, una cifra inferior al aforo (25.000) del Complejo Deportivo Cantarranas de la Complutense donde se celebraba.

El recinto es una de las grandes bazas del festival: se trata de un campo de rugby y otro de fútbol de hierba que son muy cómodos para recostarse, saborear las baladas favoritas e, incluso, echar una cabezada cuando el cartel baja de decibelios o de interés. Sin apreturas y, si se desea, sin perder de vista el escenario.

Además, el hecho de que el Dcode esté compuesto únicamente por dos escenarios principales y una carpa en los que se van alternando los directos permite disfrutar de todo el programa fácilmente, sin prisas.

Entre los puntos a mejorar habría que destacar la escasa oferta de hostelería: a medianoche, todas las variedades de bocadillos se habían agotado en los tenderetes de comida y fue necesario esperar más de media hora a que llegaran nuevas provisiones para conseguir algo de comer. Lo que no faltaron fueron los helados, que homenajeaban el logo del Dcode (un cornete y tres bolas).

En cuanto a la oferta musical, esta se inclinó por un pop rock internacional  y ecléctico que propició, por ejemplo, que Sum 41 (punk rock pijo y muy apreciado por los adolescentes ) tocara a pocos metros de los avezados y barbudos Eels.

Probablemente estos últimos fueron los responsables de uno de los conciertos más brillantes de la jornada. Los estadounidense lucieron con primor y por separado sus instrumentos hasta empastarlos poco a poco en sintonía. La banda, que triunfó en los circuitos alternativos de finales de los 90, suena hoy mejor, más orgánica y más fiel al los ritmos clásicos.

Los cabezas de cartel My Chemical Romance y su líder de cabellera rosada protagonizaron un arranque sonoro intenso y enrabietado, pero luego fueron perdiendo fuelle y revelando su descarada impronta a lo High School que evoca las bandas sonoras de las series de teenagers con espinillas y muchas ganas de ligar.

Las íntimas melodías de The band of horses sonaron más densas y fatigosas que en otras ocasiones. "¿Estáis cansados?", preguntaba su solista. Por las filas de detrás se oían algunos bostezos, aunque era uno de los grupos que había provocado más expectación.

Lori Meyers, chispeante y con una parroquia fiel de seguidores, fueron los encargados de poner el broche final.

Este sábado se espera un programa más robusto protagonizado por The Ting Tings, The Hives, Kasabian y Crystal Castles entre otros.

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