Ahora sólo piensan en el interés general («qué hay de lo mío»). Kalimero Corcoba no tiene quien le quiera (por si no lo tenía claro) y observa cómo le mueven la silla en favor del inédito Carlos Negreira. Rebotado contra el mundo, el ex delegado provincial amenaza con llevar el agua a su molino-candidatura, pero ni siquiera él sabe si tendrá muiñeira. No menos revueltas bajan las aguas en el benegá.
Las sirenas corean el nombre de Zapatitos Bugallo mientras Ulises Tello se hace el loco e intenta desatarse del mástil en la nave que lo devolverá al hogar. En el pesoe, de momento, prefieren callar.
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