Al final, las heridas se cerraron (aunque muchos creen que no del todo), después de una semana de polémicas, de escritos de unos y otros, y de un pleno de hermanos mayores en el que la hermandad de la Resurrección quedó en evidencia sin poder demostrar que contaba con un permiso del Consejo para hacer la petición, como hasta ese momento habían defendido.
Ese hecho impide que este año se amplíe la nómina de hermandades en el Sábado Santo, pero todo hace prever que el asunto tendrá que afrontarse tras la Semana Santa para adoptar una decisión definitiva, o favorable o contraria.
La cuestión es que el Sábado Santo procesionarán hermandades que representan la Piedad, el Descendimiento de la Cruz, el Santo Entierro y la Soledad de María ante el calvario. Será el Domingo de Resurrección, manteniendo su horario de salida a las cinco menos cuarto de la madrugada, cuando la corporación de Santa Marina inicie su estación de penitencia.
Lejos de polémicas, el Sábado Santo es un día familiar. Poco público en la calle (muchos optan por la playa), hermandades de recorridos cortos, exceptuando la Trinidad, y para muchos, días de reflexión y balance. Los abonados de la carrera oficial se despiden hasta el año siguiente, se recogen las sillas, se desmontan los palcos y se empieza a deshojar el calendario a la espera del siguiente Domingo de Ramos.
La Semana Santa termina. Habrá llovido o no, se habrán sufrido retrasos o los horarios se habrán cumplido escrupulosamente, todos tendremos mil anécdotas que contar o un momento para el recuerdo, pero ahora toca esperar de nuevo. El Sábado Santo y el Domingo de Resurrección cierran la semana grande de Sevilla.
Resurrección sin luz de candelabros
El paso del Señor Resucitado se concibió sin iluminación alguna, aunque posteriormente la corporación se vio obligada a colocarle candelabros de guardabrisas en las esquinas. Las reglas aprobadas de la hermandad en 1972, con el carácter de gloria, fijaban su salida penitencial en la mañana del Domingo de Resurrección, con lo que la luz del día resultaba suficiente. Cuando, en 1981, el cardenal Bueno Monreal la aprueba como hermandad de penitencia se traslada la procesión a la madrugada del Domingo, siendo necesaria luz artificial para iluminar la imagen. En 1982 realizaron su primera estación de penitencia a la catedral, sin pasar por la carrera oficial, y al año siguiente ya solicitaron la venia en la campana, como siguen haciendo hoy día.
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