Los madrileños lo tendrán algo más fácil para salir huyendo de la ciudad este año conforme comiencen sus vacaciones de Semana Santa.
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, inauguró el miércoles, dos días antes de que arranque la operación salida, el nuevo túnel de O’Donnell, de 1.441 metros de longitud, 921 más que el anterior.
Tras 18 meses de obras y molestias a los vecinos, ya es posible salir desde la Puerta de Alcalá y el Parque del Retiro, sin semáforos, a la M-30.
El subterráneo ha costado 31,4 millones de euros y reducirá la duración del trayecto entre Alcalá y la circunvalación un 61%, según cálculos municipales.
Ruiz-Gallardón aventuró ayer que la apertura del túnel supondrá "un punto de inflexión" en las reformas de la capital.
Las obras, a examen:
- Señalización: Correcta. La entrada al subterráneo está señalizada en la calle Alcalá con suficiente antelación. Algo apretada de espacio, sin embargo, resulta la conexión con la M-30 a la salida del túnel.
- Funcionalidad: Muy buena. Los vehículos que salen del centro de Madrid se ahorran todo el trayecto en superficie por O’Donnell y el cruce con Sainz de Baranda, tradicional foco de atascos. La acera de salida de la capital está dotada con un carril-bici que, en la actualidad, tiene pocas posibilidades de uso.
- Vegetación: En superficie, los dos sentidos de circulación están separados por una mediana de arbustos que mejora la estética de la calle.
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